Un laboratorio de Sevilla ha iluminado ahora este desarrollo embrionario y sus resultados pueden provocar angustia existencial. La esencia de esos dedos virtuosos —una de las características aparentemente más humanas— ya estaba presente en los peces, según explica el biólogo Javier López-Ríos. “Es una lección de humildad. No somos necesariamente especiales”.
La evidencia se suma a investigaciones anteriores referida a los perjuicios que están experimentando especies de importancia económica y ecológica que habitan en las costas de Chile.
La migración de las aves guaneras, que se nos presentan como nubes oscuras en el cielo, llenas de valor, fuerza y coraje, ha impresionado a más de algún iquiqueño que se las ha topado en el borde costero, a metros de nuestras playas más concurridas. Como la comida no está disponible en todas partes, se focaliza, se arman gigantescas bandadas de pelícanos, cormoranes, gaviotas y otras aves que se mueven diariamente, sin parar hasta conseguir su preciado alimento: la anchoveta.
La localidad costera ubicada en el norte de Chile, en región de Tarapacá, es actualmente un pequeño pueblo pesquero que dejó atrás las riquezas del salitre, pero esconde otros tesoros, albergando uno de los ecosistemas marinos más ricos y variados del norte de Chile que Oceana decidió investigar.
A pesar de los esfuerzos realizados durante mucho tiempo, los chilenos estamos al debe en el consumo de pescados: apenas siete kilos per cápita al año, que se contrastan con los 25 en promedio en el Perú y los 70 kilos en Japón. Algunos podrían culpar a la escasez de oferta y, otros, a los altos precios que alcanzan estos productos en los puestos de abastecimiento habitual. Cualquiera sea la razón, si el proyecto liderado por la Fundación Chile de reproducción en cautiverio de corvina es exitoso, la realidad podría cambiar de manera drástica.