
Eran las Indias, habitadas por indios (no hindúes), a los cuales los españoles de inmediato los consideraron bárbaros, porque no eran católicos, parecían animales, andaban a poto pelado y no conocían las buenas costumbres ni la moral europea.



Eran las Indias, habitadas por indios (no hindúes), a los cuales los españoles de inmediato los consideraron bárbaros, porque no eran católicos, parecían animales, andaban a poto pelado y no conocían las buenas costumbres ni la moral europea.

Diversos autores han sostenido por largo tiempo que los religiosos mercedarios fueron los primeros en convertir a los indígenas del actual norte chileno. No obstante, han dejado por desconocimiento el trabajo misionero de los dominicos en Tarapacá, que es necesario reevaluar desde un enfoque etnohistórico.

Una joven investigadora que lleva años trabajando en el cementerio denominado Pica Ocho, que fue excavado y estudiado originalmente por el profesor Lautaro Núñez en la década de los sesenta, ha logrado una serie de hallazgos que permiten arrojar nuevas luces sobre cómo vivían los habitantes de este lugar, hace más de 1000 años. Esto gracias al uso de la técnica de isótopos estables, que ha desarrollado en la Universidad de Oxford, Inglaterra.

Probablemente muchos jóvenes, cada vez que pasan por las ruinas de lo que fue la ballenera de Bajo Molle, quedan intrigados sobre lo que allí se hacía hace más de medio siglo. Se trató de una actividad económica que llegó a extremos irracionales y sobre la que hoy pesa una rotunda condena ética por parte de casi toda la comunidad internacional: la caza de ballenas en Iquique.

Redescubrir el pasado minero de Tarapacá con el primer yacimiento de plata en la región, fue el objetivo de la exhibición que el público pudo apreciar gratuitamente en septiembre. El montaje fue facilitado por el Centro Cultural Doña Vicenta en una articulación conjunta con Collahuasi.

Muchos otros artefactos literarios, como esta caracola, pasaron desapercibidos por los frailes que llegaron a las Américas a partir del siglo dieciséis y que buscaron extinguir el conocimiento nativo con la quema de libros y bibliotecas. Permanecieron ocultos bajo la tierra, en tumbas, la oscuridad de las cuevas y camuflados entre la maleza de la selva.

¿Se imagina que es posible saber con certeza cuánta agua de niebla se puede colectar en cualquier punto de nuestro extenso farellón costero? Y que, con esa información, ¿se podría planificar vergeles en distintos puntos del territorio? Esto, que puede parecer ciencia ficción, es ahora posible gracias a una plataforma interactiva gratuita que revela cuánta agua se puede extraer de la camanchaca costera del norte (y también del centro del país), abriendo nuevas posibilidades para -entre otras cosas- enfrentar la crisis hídrica.

Los seres humanos también podemos crear naturaleza. Suena extraño, más aún, tratándose del desierto, pero es cierto: podemos “sembrar” agua, restaurar bofedales y propagar especies. No estamos condenados a ser esa plaga que arrasa en nombre del progreso. También tenemos la capacidad de generar vida y equilibrio. En este artículo te contamos sobre tres ocasiones en las que, lejos de limitarnos a observar, hemos impulsado círculos virtuosos que han beneficiado a personas, animales y plantas por igual. Y lo hemos hecho de forma planificada, incluso artificial… porque artificial no siempre significa antinatural.

La región de Tarapacá concentra la mayor cantidad de sitios de arte rupestre de Chile, muchos de ellos desconocidos, por la dificultad de acceso, o por factores erosivos y humanos que los están degradando hasta desaparecer. Se están desarrollando excelentes iniciativas para proteger los sitios de Pintados y cerro Unitas, sin embargo, son miles de geoglifos en el norte grande que necesitan políticas y planes que permitan acercar el arte rupestre a la comunidad, para comprender la importancia de cuidar registros realizados por nuestros antepasados.