
El estudio, publicado por la revista científica Biology, destaca nuevos ecosistemas que podrían ser áreas de refugio y crianza para un sinnúmero de organismos marinos.
Mientras en la mayoría del planeta estas especies luchan por sobrevivir a los efectos del calentamiento global, un nuevo estudio publicado en la reconocida revista Journal of Geophysical Research-Oceans revela que el extremo sur del continente americano ofrece un verdadero lugar de protección a estas algas gigantes.
Ciencia y Medio Ambiente 17/08/2022 Andrea Navarro Gezan (*)Cuando la geógrafa marina Alejandra Mora-Soto comenzó a investigar los eventos cálidos de temperatura superficial del mar de la Patagonia occidental, no imaginó que descubriría algo que no estaba descrito en la literatura científica. Mientras revisaba las anomalías térmicas de los fiordos y canales del extremo sur del continente americano, se dio cuenta de que en los últimos diez años ha habido más olas frías marinas que en las décadas anteriores.
Aquel hallazgo fue el puntapié del estudio publicado en la prestigiosa revista Journal of Geophysical Research-Oceans que sugiere que los bosques marinos de algas gigantes del sur de Chile se han mantenido con temperaturas superficiales del mar benignas para su reproducción y crecimiento.
Para llevar a cabo la investigación, el equipo de biólogos marinos, geógrafos y oceanógrafos tomó como área de estudio diez unidades geográficas que abarcan desde el golfo de Penas al cabo de Hornos. Los investigadores analizaron datos desde 1982 hasta 2020 e identificaron que entre 2014 y 2018 ocurrieron eventos fríos extremos cerca de las costas del cabo de Hornos, las entradas occidentales del estrecho de Magallanes y el canal Beagle.
“Estos enfriamientos rápidos y localizados podrían explicarse por dos razones. La primera de ellas es que el deshielo de los glaciares genera el ingreso de agua fría a los sistemas. La segunda tiene que ver con los cambios en el patrón de vientos que alterarían el flujo térmico del océano”, asegura Alejandra Mora-Soto, doctora en Geografía de la Universidad de Oxford (Reino Unido), postdoctorante de Universidad de Victoria (Canadá) y líder del estudio.
Estos eventos, que por el momento son aislados, están acompañados por temperaturas que permiten a los bosques marinos mantenerse viviendo en temperaturas agradables, lo que se considera inédito en comparación con otros bosques marinos en el mundo.
“En el norte de Chile se ha hecho un gran daño a estos ecosistemas producto de la extracción indiscriminada. No solo se están perdiendo las algas que los componen, sino que toda la biodiversidad asociada y los servicios que dichos ambientes proveen”.
“Lo interesante de este resultado radica en que, al contrario de la tendencia global a una mayor frecuencia de olas de calor marina, en la región de la Patagonia chilena se detectan signos de incremento en los últimos años de pulsos de enfriamiento. La siguiente pregunta es si estas olas de frío alterarán el régimen de temperatura que se encuentra experimentando el ecosistema marino sur austral y las potenciales consecuencias sobre su estructura y función”, asegura José Luis Iriarte, doctor en oceanografía e investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y coautor del estudio.
REFUGIO
Los bosques marinos cumplen una importante función ecológica: otorgan refugio, alimentación y son sitios de reproducción para un sinnúmero de organismos y especies marinas. Se consideran dentro de los ecosistemas más productivos del mundo y, pese a que están ampliamente distribuidos, en algunos lugares del planeta han desaparecido por completo.
En la Patagonia, la mayoría de las tierras que rodean los bosques marinos están protegidas, pero no necesariamente las aguas. En el centro y el norte de Chile, se estima que cada año se pierde el 2% de estos ecosistemas.
“En el norte de Chile se ha hecho un gran daño a estos ecosistemas producto de la extracción indiscriminada. No solo se están perdiendo las algas que los componen, sino que toda la biodiversidad asociada y los servicios que dichos ambientes proveen. Debemos proteger los bosques marinos de la Patagonia que permanecen intactos desde hace cientos de años y que, dados los valores de temperaturas encontrados en este estudio, tienen condiciones favorables para reproducirse y crecer sin inconvenientes”, concluye Erasmo Macaya, doctor en Biología Marina, académico de la Universidad de Concepción (UdeC), investigador del Centro IDEAL y coautor del estudio.
(*) Centro de Investigación: Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes – IDEAL. Universidad Austral de Chile.
Los bosques marinos otorgan refugio, alimentación y son sitios de reproducción para un sinnúmero de organismos y especies marinas.
Alejandra Mora Soto llegó a geografía por casualidad y le encantó cuando descubrió que la carrera integraba disciplinas medioambientales y de las ciencias sociales, ideal para una persona tan multifacética como ella. Su investigación es pionera y ha sido ampliamente visibilizada en la prensa, siendo la autora del primer mapa mundial de bosques submarinos, el cual se basó en estudios de terreno e imágenes satelitales.
Recientemente, Alejandra publicó un nuevo estudio en el que se compararon las anotaciones de Darwin con datos actuales de más 300 bosques de algas en Patagonia, Malvinas e islas Georgias del Sur dando cuenta de que seguían en su gran mayoría en los mismos lugares y con la misma extensión que hace casi 200 años.
“El Estado de Chile tiene en estos momentos la oportunidad única de ser el primer país del mundo que se comprometa a proteger sus bosques de algas. Esto se puede hacer de manera práctica a través de la creación de Áreas Marinas Protegidas, y reforzar con las comunidades el cuidado de este recurso en las áreas de manejo”.
“También se puede prohibir la exportación de los huiros, los cuales en muchos lugares son barreteados desde su hábitat natural para ser vendidos en mercados asiáticos, lo cual acaba con ecosistemas completos; se ha visto que no se recuperan fácilmente. Por otra parte, las macroalgas se pueden cultivar, y existen los conocimientos para poder hacerlo”.
“Imagínate lo que pasaría si en vez de extractivistas nos volvemos hortaliceros del mar: tendríamos una alimentación rica y saludable del mar, además contribuiría mucho a la captura del CO2 atmosférico, y podríamos desarrollar una industria de medicina y usos derivados de las algas”.
Extracto de entrevista publicada en www.maryciencia.org
El extremo sur del continente americano ofrece un verdadero lugar de protección a estas algas gigantes.
El estudio, publicado por la revista científica Biology, destaca nuevos ecosistemas que podrían ser áreas de refugio y crianza para un sinnúmero de organismos marinos.
ALERTA MUNDIAL: temperatura del mar supera todos los registros
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