Este orgullo que tengo: arte popular y lucha LGBTQ en Chile por el poder interpretativo
Arte y Cultura21/01/2025Exposición en el Museo Regional de Iquique hasta el 2 de marzo 2025
Hace aproximadamente veinte años, señala el autor, comenzó a hacer registro fotográfico de una serie de prácticas y eventos en distintas partes de los Andes centrales. En este recorrido, fueron las fiestas las que concentraron su atracción e interés, básicamente, por dos razones: una tiene que ver con su naturaleza y sus pulsiones. La otra, con la preponderancia que este escenario tiene para las personas y comunidades de los Andes centrales. Este extracto, editado por nuestra revista, es una forma de acercarnos a esta interesante propuesta.
Arte y Cultura21/11/2022 Pablo Mardones (*)Fotos: Pablo Mardones
El propósito fundamental de dar a luz este libro fue acercar, a través de la fotografía, a quienes por siempre se les ha negado la posibilidad de ser protagonistas de la historia. Nos referimos a las y los indígenas de América Latina, en este caso, a la vasta población de los Andes centrales sudamericanos. El espacio privilegiado fue la fiesta, ya que es en ella donde se condensan los procesos de visibilización y resignificación identitaria.
Este libro está dedicado a tres de las principales naciones de los Andes centrales: aymara, kolla y quechua (quichua o kichwa). Se trata de grupos étnicos que, históricamente, han compartido este territorio común durante el tiempo necesario para ampliar los sentidos de pertenencia hacia las relacionalidades de la región. Conforman, junto a otros grupos, como los kallawaya, uruchipaya y pukina, un complejo de prácticas, costumbres y formas de organización social que los emparenta. Su influencia recíproca y su relacionalidad histórica (Carsten, 2000) han sido tan grandes que conforman una unidad cultural. Esta fuerza en la continuidad hace perder el sentido de definirlas de forma diferenciada. Resulta aquí entonces una cultura común que se expresa de forma compartida.
Hace algunos años, no recuerdo cuantos, comencé a preguntarme por qué elegí la fiesta como espacio relevante de análisis. Aunque no siempre lo fue, desde la adolescencia mi personalidad se volvió muy sociable. Gran parte del tiempo estaba rodeado de amigos, con quienes solía salir “de fiesta” en gregarias dinámicas tribales formando grupos, a veces, enormes. Cualquier pretexto era idóneo para armar una descontrolada bacanal que, mientras más durara, mayor placer concedería.
El potencial de este recorrido fotográfico consiste en que, en la medida en que recorra muchas manos y bibliotecas, se constituya en un aporte a la valoración y al reconocimiento de todas estas personas y comunidades. Si no es así, carece de sentido y razón.
“ENFIESTADO”
Hoy, aunque aprovecho la soledad, valoro mucho estar rodeado de personas conocidas y estar con ellas largas horas compartiendo. Analizando estas particularidades propias, comencé a encontrar importantes similitudes con las lógicas y prácticas de los Andes centrales. Sin duda, muchas de ellas fueron reproducidas a través de años de convivir con aymara, kolla y quechua. Cuando salgo a terreno estoy varios días “enfiestado” para después volver a mi casa a la austeridad solitaria del etnógrafo que sistematiza los datos, ordenando y categorizando imágenes. Es un ir y venir vertiginoso con cambios drásticos que van de la efervescencia a una retraída continencia.
Por otro lado, y el motivo principal que ha conllevado esta empresa, la razón más importante del porqué fotoetnografíar fiestas, responde a la cardinal relevancia que este espacio tiene para las culturas de los Andes centrales.
En las fiestas, aymara, kolla, quechua y otros constan de un poder transitorio forjado a través de una lógica ritual colectiva que está basada en la desarticulación de lo subordinado y oculto que durante la fiesta se vuelve jerárquico y manifiesto (Montes Ruiz, 1999). Se trata de un tiempo, en el cual, temporalmente, lo que estuvo abajo vuelve a estar arriba y viceversa. Es por ello que Albó (1999) consideró a las fiestas como pequeños o micro-Pachakuti, concepto que refiere, justamente a un cataclismo que subvierte el orden de las cosas.
Peregrinación de la mamita del cerro en el Abra de Punta Corral, Tilcara, Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Noroeste Argentino.
CAOS Y ORDEN
Mientras Pacha expresa tiempo-espacio y, a su vez, la idea de mundo, la raíz kuti, refiere a vuelta o retorno. “Volver a hablar los que se les había quitado el habla, restituir lo quitado, hurtado o prestado, destorcer lo torcido” (Bertonio, 2006 [1612], p. 61). La fiesta, por ende, se constituye en un espacio donde lo establecido es dislocado, un caos que genera orden, el cual durante un lapsus se revertirán temporalmente las matrices imperantes de alteridad (Briones, 1998).
En perspectiva etnográfica, una de las cosas más interesantes de las fiestas es que, a través de ellas, es posible entender los procesos sociales que llevaron a cabo sus protagonistas para adaptarse al entorno (Saignes, 1978), ya que se trata de un tiempo antagónico a la rutina. Si en el diario vivir en los Andes centrales se trabaja desde que sale el Sol hasta que se va, se come lo necesario, no se bebe y duerme las horas justas, durante la fiesta sucede todo lo contrario: no se trabaja ni duerme, y se come y bebe en abundancia. Mientras el trabajo es tedioso y silencioso, la fiesta es ruidosa y amena. Mientras en la cotidianidad la vestimenta es tenue y funcional, en la fiesta es llamativa y condensa múltiples colores.
El tiempo de fiesta y aquel de no-fiesta —así como para los griegos el ocio y el negocio— son construidos de forma dialéctica y contradictoria. Esta condición no es fortuita, sino que es producto del axioma fundacional de la cosmovisión de los Andes centrales, heredada de tiempos inmemoriales, desde las antiguas civilizaciones de la costa norperuana: Caral (3000 a.C.) o Chavin de Huantar (1.500 a.C.), hasta Tiwanaku (800 a.C.) en las orillas del lago Titicaca. Me refiero a la lógica de la reciprocidad complementaria.
Juntos brindaremos, Macha, Norte de Potosí, Bolivia.
FIESTAS
Las fiestas incorporadas, pertenecen a los meses de febrero-marzo, marzo-abril, mayo, junio, noviembre y diciembre. Dos corresponden a la fiesta de Anata-Carnaval (febrero-marzo), una a la Semana Santa (marzo-abril), cuarenta días después de la Anata-carnaval a partir de la cuaresma cristiana. Dos fiestas son de la Cruz de Mayo, en dicho mes, en la cual la estrella cruz del sur se observa con claridad y marca el inicio a la época masculina del año para la cosmovisión de los Andes centrales. Una da a conocer el Inti Raymi quechua o kichwa, el solsticio de invierno en junio. Otra plasma la fiesta del Día de los Muertos, el Wiñay Pacha en aymara, cuando se inicia la época femenina del año y el comienzo de la temporada lluviosa en los Andes centrales. Finalmente, una, Santo Tomás, está sincretizada con el solsticio de verano, la otra mitad del año en contraposición con el Inti Raymi. De tal forma, todas las fiestas están correspondidas entre sí de forma dual y complementaria, acorde a la cosmovisión de los Andes centrales. La Anata-Carnaval con la Semana Santa, la Cruz de Mayo con el Día de Muertos y el solsticio de invierno con el de verano.
El deseo y búsqueda por hacer este libro brota, además de mi lugar e interés como fotógrafo, desde mi vocación como etnógrafo, oficio que constituye una travesía al corazón de lo imperceptible.
Polifonía de lakitas y bronces, Isluga, Altiplano de Tarapacá.
Las fiestas retrataran los siguientes lugares, momentos y años en orden de aparición de los meses en el año. La Anata-Carnaval de Chiapa, en la Quebrada de Aroma, Comuna de Huara de la Región de Tarapacá del Norte Grande chileno, fotografiada a principios de marzo de 2019, y la Anata-Carnaval de Cancosa, en la Comuna de Pica, también en la región de Tarapacá, registrada a fines de febrero de 2020. El Abra de Punta Corral, en la localidad de Tilcara, en la quebrada de Humahuaca, Provincia de Jujuy, en el Noroeste Argentino (NOA) para Semana Santa, capturas realizadas en 2015. El Inti Raymi del pueblo de Otavalo, en la Provincia de Imabura, al norte del Ecuador, el 20 y 21 de junio, igualmente en 2015. La Cruz de Mayo de Macha, en la Provincia de Chayanta, al norte del Departamento de Potosí, en el suroccidente boliviano, del 1 al 5 de mayo, también en 2015. La fiesta de la Cruces o Cruz de Mayo en la comunidad de Luricocha, Provincia de Huanta, del Departamento de Ayacucho en el centrosur del Perú, inmortalizadas en 2017. La festividad del Día de los Muertos, del 1 al 3 de noviembre, en la comunidad de Toke Pucuro, en la Provincia de Omasuyus del Departamento de La Paz, en el occidente boliviano, capturas hechas en 2019. Y, finalmente, la fiesta de Santo Tomás de Isluga, en la provincia de Colchane, Región de Tarapacá, en el Norte Grande de Chile, entre el 19 y 23 de diciembre, fotografiadas en 2018.
El propósito fundamental de dar a luz este libro fue, desde el primer momento y hasta que se fuera a imprenta, acercar a través de la fotografía a quienes históricamente se les negó la opción de ser protagonistas. Me refiero a las y los indígenas de América Latina. En este caso, a la vasta población de los Andes centrales sudamericanos. Así, composición, encuadre, luz y motivo, están pensados y son comprendidos en y hacia esa dirección.
Descansito después del zapateo, precordillera de Tarapacá.
(*) Quienes quieran adquirir el libro pueden comunicarse directamente con el autor a través de wsp (+56996513466). Desde diciembre, también en las librerías de Ocho Libros editorial.
El concepto de sincretismo, tal como lo plantea Bastide (1960), busca dar cuenta de la adecuación de cosmovisiones diversas, de la fusión de concepciones que, en apariencia, no guardan una coherencia entre sí. Argumentando que no evidencia una imposición a través de una dominación violenta, muchos investigadores han impugnado el término. La mayoría de las fiestas sincréticas en América Latina, sino todas, son producto del régimen cristiano que superpuso conmemoraciones religiosas sobre celebraciones de origen astronómico-agrícolas locales. Pero dichas superposiciones traídas desde Europa no correspondían en motivos, propósitos, sentidos y fines respecto a los festejos locales.
Eslabón entre la costa, el valle y la selva alta, Huanta, Ayacucho, Centro Sur de Perú.
Exposición en el Museo Regional de Iquique hasta el 2 de marzo 2025
A casi 4 mil metros sobre el nivel del mar, que se sienten a cada paso, en la localidad de Mauque, se desarrolló una fiesta que permite conocer la cultura de una comunidad aislada del resto del país.
Se recibieron fotografías de 13 regiones del país y destacó una mayor participación de las regiones Metropolitana, Los Ríos, Valparaíso y Magallanes y la Antártica Chilena.
La ceremonia de entrega a la comunidad de esta obra estuvo encabezada por el alcalde Mauricio Soria Macchiavello y el concejal Domingo Campodónico Saluzzi quienes estuvieron acompañados por familiares de Carlos González Rodríguez.
Entre otras actividades se realizó una típica velada pampina en el teatro de Humberstone, con la presentación de números artísticos de las agrupaciones, para cerrar con la Obra de Teatro “Los espectros de Nebraska". La noche concluyó con un baile en el que participaron las distintas agrupaciones pampinas.
El sábado 30 de noviembre, la Plaza 21 de Mayo vibró al ritmo de la música en el Encuentro de Orquestas “Tarapacá mi inspiración”, un homenaje organizado por la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles para celebrar el legado del destacado músico iquiqueño.
Más de mil invaluables caracolas recolectadas y entregadas por el Premio Nobel al plantel en 1954 son las protagonistas de esta nueva muestra disponible en la Sala Museo Gabriela Mistral de la Casa Central. Mediante diversos elementos artísticos, visuales y sonoros, la exposición aborda temáticas como el coleccionismo de especies biológicas, la riqueza del mundo de los moluscos y las problemáticas medioambientales.
Instalaciones robóticas, esculturas mecatrónicas, entornos sensoriales inmersivos, proyectos interactivos, visualizaciones de datos, tecnoperformance, piezas generativas y vida artificial: por fin, estas y muchas otras prácticas artístico-tecnológicas comenzaron a ganar protagonismo en las narrativas hegemónicas del arte contemporáneo.
Las participantes se unieron para desarrollar un lienzo colectivo adornado con prendas como sostenes las cuales ellas mismas bordaron, simbolizando la lucha y la resistencia ante esta enfermedad que en el país cada día cobra la vida de 3 a 4 mujeres, convirtiéndose en la primera causa de muerte en población femenina en Chile.
Proyecto organizado por la Compañía de Teatro Antifaz y financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, a través del Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras, Convocatoria 2023; Fondo Nacional de Fomento y Desarrollo de las Artes Escénicas, Línea Festivales y Encuentros de Trayectoria, Convocatoria 2024; Ley de Donaciones Culturales; Gobierno Regional de Tarapacá junto al Consejo Regional de Tarapacá, a través del 8% del Fondo Nacional de Desarrollo Regional de Cultura 2024 y Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi.
El Museo Regional de Iquique (MRI) es el escenario de “Miradas de colección: Barros Cruzados”, un proyecto de arte prehispánico y contemporáneo en Tarapacá, que surge como una propuesta de curaduría en arte y educación a desarrollar anualmente en esta institución cultural.
Proyecto organizado por la Compañía de Teatro Antifaz y financiado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, a través del Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras, Convocatoria 2023; Fondo Nacional de Fomento y Desarrollo de las Artes Escénicas, Línea Festivales y Encuentros de Trayectoria, Convocatoria 2024; Ley de Donaciones Culturales; Gobierno Regional de Tarapacá junto al Consejo Regional de Tarapacá, a través del 8% del Fondo Nacional de Desarrollo Regional de Cultura 2024 y Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi.
Se recibieron fotografías de 13 regiones del país y destacó una mayor participación de las regiones Metropolitana, Los Ríos, Valparaíso y Magallanes y la Antártica Chilena.
En este siglo, la premura de construir ciudades sostenibles y resilientes se ha convertido en una de las principales prioridades globales. Dos serían las razones más señaladas, primero la acelerada urbanización y segundo, lo que significó la crisis sanitaria provocada por la pandemia del COVID-19 que puso a prueba nuestras infraestructuras y sistemas urbanos.
Un estudio liderado por investigadores de Alemania aportó una perspectiva diferente sobre la vida en ambientes extremos. Cómo se podría aplicar para el estudio de Marte.
A casi 4 mil metros sobre el nivel del mar, que se sienten a cada paso, en la localidad de Mauque, se desarrolló una fiesta que permite conocer la cultura de una comunidad aislada del resto del país.
Exposición en el Museo Regional de Iquique hasta el 2 de marzo 2025