Hace aproximadamente veinte años, señala el autor, comenzó a hacer registro fotográfico de una serie de prácticas y eventos en distintas partes de los Andes centrales. En este recorrido, fueron las fiestas las que concentraron su atracción e interés, básicamente, por dos razones: una tiene que ver con su naturaleza y sus pulsiones. La otra, con la preponderancia que este escenario tiene para las personas y comunidades de los Andes centrales. Este extracto, editado por nuestra revista, es una forma de acercarnos a esta interesante propuesta.
Por tercer año consecutivo los iquiqueños debieron conformarse con celebrar la Fiesta de La Tirana en nuestra ciudad, a raíz de la pandemia. Aunque hubo algunos que, haciendo caso omiso a la instrucción de la autoridad, se volcaron al poblado en busca de su esencia. Quienes optaron por permanecer en Iquique, una vez más, dieron cuenta de la creatividad para festejar como manda “la chinita”.
¿Y San Lorenzo? El Lolito es otra cosa, dice el sociólogo Aníbal Valenzuela. En esta crónica destaca la consolidación del espacio público, que trae aparejada la fiesta, a través de una verdadera intervención de religiosidad popular urbana. Varias de las calles adornadas para la Carmelita vivieron el recambio de colores: del café y crema, al rojo y amarillo. Pero siempre respetando la máxima: julio es de la Chinita y agosto es del Lolo. Tradiciones son tradiciones.
La iniciativa, además, tiene como resultado una exposición virtual de carácter interactiva en el que se presentan fotografías, descripciones y sonidos de alrededor de 40 matracas.
Una de las manifestaciones más importantes del influjo hispánico son las fiestas. El pueblo de Matilla celebra fiestas todo el año. Los estudiosos de esta comunidad señalan que, entre otras, destacan la fiesta de San Antonio, el patrono del pueblo, las celebraciones de Navidad y las fiestas que se realizaban para “la poda, la vendimia y los destapes”. El siguiente artículo nos permite dimensionar la importancia que tuvo la actividad vitivinícola en esta zona.
Memoria
04 de octubre de 2020
Jorge Moya Riveros (*)
17 de agosto de 2020
Probablemente y casi con absoluta certeza, este será el primer año en que las fiestas que forman parte de la esencia de nuestra región, estarán ausentes por completo. Los promesantes, los bailarines, los músicos, los turistas y los curiosos, deberán esperar días mejores. El virus, que nos tiene confinados por varias semanas, amenaza con impedirnos salir por un buen tiempo. Y, por consiguiente, no habrá ocasión para el rito comunitario. A esperar tiempos mejores.
20 de julio de 2020
Un libro que pretende ayudar a comprender mejor la fiesta de La Tirana ya está circulando en digital. Un texto que se arma en torno a un aspecto poco conocido y escasamente tratado de la fiesta: las notas de prensa que los diversos periódicos escriben sobre el 16 de julio. Un libro de fuentes, dice el sociólogo Bernardo Guerrero, su autor.
Con el vivo recuerdo de pescadores y mariscadores que habitaron la costa de Iquique, El Colorado despidió el verano e inició un nuevo ciclo.
01 de mayo de 2020
Pasarlo bien, como lo hacían nuestros abuelos. De eso se tratan los carnavales que vuelven en gloria y majestad a nuestra ciudad. Uno de los que estaba más alicaído era el del barrio El Colorado, que casi desapareció en la década pasada. Pero ahora, fruto de la preocupación de sus habitantes, el carnaval está de vuelta. Y con la alegría de siempre.
14 de octubre de 2018
Si algo caracteriza la cosmovisión andina, es su vínculo con la naturaleza y sus tradiciones. Todo acontecimiento importante para la comunidad, debe ser precedido por los permisos y ceremonias pertinentes: celebraciones de cambios de ciclo, como el Willka-kuti, también conocido como M’ara-taca o Macha’q-mara; aniversarios de los Santos Patronos; carnavales o Anatas; agradecimientos o Pawuas; pedidos y consultas por la buenaventura, como el Chuwa-chuwane; pedidos de lluvia; permisos para actividades, etc.