Cooperativa “Lagar de los Oasis” trabaja en el rescate del origen del vino en Chile

Aunque en los últimos años el proyecto Vino del Desierto de la Universidad Arturo Prat ha acaparado todos los titulares, hay otros trabajos muy interesantes en materia vitivinícola en el Oasis de Pica-Matilla. Uno de ellos, liderado por los socios de la Cooperativa Lagar de los Oasis pretende, nada menos, que rescatar los 400 años de historia del vino de la zona y, de paso, establecer que el origen del vino en Chile estuvo precisamente acá.

Innovación y Desarrollo26/06/2024Reinaldo Berríos GonzálezReinaldo Berríos González
VINO 1
Agricultor Andrés Loayza y María Baccelliere

Fotos: Gentileza de Sergio Jara 

La provincia del Tamarugal siempre se encarga de sorprendernos con sus historias inéditas y sus peculiaridades. Esta vez, y aunque el tema no es nuevo, se trata del inmenso trabajo que realiza una cooperativa de agricultores para rescatar los 400 años de historia vitivinícola de los Oasis de Pica y Matilla. “Nosotros consideramos, creemos y tenemos los respaldos suficientes para afirmar que la cuna del vino chileno está, precisamente, en los Oasis de Pica”, nos señala el enólogo Sergio Jara, uno de los asesores del proyecto. 

A diferencia de lo que ocurre con el origen y expansión de la vitivinicultura en el denominado Valle Central, en la región de Tarapacá se experimentó otro acontecer histórico, prácticamente separado del resto del territorio chileno hasta finales del siglo XIX. Ligada administrativamente al Virreinato del Perú, primero, y a la República del Perú hasta 1883, la historia de la región estuvo íntimamente conectada con el gran ciclo económico expansivo de la minería colonial, durante prácticamente todo el período, señalan los académicos de la Universidad Arturo Prat que trabajan el proyecto “Vino del Desierto”. 

“La idea es recuperar esta antiquísima vitivinicultura de más de 400 años, que a inicios del 1900 se extinguió por una serie de razones que poco tienen que ver con agricultura, sino que se relacionan más bien con fenómenos político-sociales y económicos”.

CHINTAGUAY

El Oasis de Matilla, ubicado en la Comuna de Pica, Provincia de El Tamarugal, fue el primer lugar de poblamiento permanente de españoles en esta provincia, los cuales llegaron con un objetivo ya definido desde la capital del Virreinato del Perú: la siembra y cultivo de la vid vinífera. Iniciaron así -en los últimos decenios del siglo XVI- una brillante historia, que se vio interrumpida abruptamente en 1912. Ese año, el presidente Ramón Barros Luco dispuso la expropiación de las aguas de Chintaguay para ser llevadas a Iquique, con cuya materialización el Oasis prácticamente se secó casi en su totalidad, al igual que la localidad hermana de “El Valle” en la Quebrada de Quisma, señala Jorge Moya en un artículo publicado en nuestra revista.

En la actualidad, agrega Sergio Jara, ingeniero agrónomo y enólogo asesor de la “Cooperativa Lagar de los Oasis”, esta reúne a 15 agricultores de Pica, Quisma y Matilla, que tienen como meta recuperar los 400 años de historia vitivinícola de la zona. Y lo están haciendo de la mano de los enólogos Victoria Contreras y del propio Jara. “La idea es recuperar esta antiquísima vitivinicultura de más de 400 años, que a inicios del 1900 se extinguió por una serie de razones que poco tienen que ver con agricultura, sino que se relacionan más bien con fenómenos político-sociales y económicos. La historia del vino de Pica parte a mediados del 1500 y se corta exactamente en el año 1937, que es el año donde se realiza la última vendimia en los Oasis”.

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Agricultor Felipe Loayza.

La historia señala que “alrededor del año 1500 (el antecedente escrito que tenemos es de 1590) arriban las vides a esta zona y desde entonces Pica, Quisma y Matilla se convierten en uno de los principales polos vitivinícolas de nuestro continente”. Según el trabajo de Guillermo Toro-Lira, quien ha recogido los aspectos más significativos de la historiografía vitivinícola peruana, no cabe duda de que el primer viticultor del Perú fue Hernando de Montenegro, que habría plantado las primeras vides -traídas desde la Capitanía General de Guatemala- en 1539, obteniendo la primera cosecha en 1541, señala en su investigación Ingrid Poblete del proyecto Vino del Desierto.

ÚNICOS EN CHILE

Sergio Jara agrega: “Por un período que se extiende casi por 400 años, los vinos de Pica alimentaron a la población minera de Potosí, a la zona sur del virreynato del Perú y también a la industria del salitre de Chile (obviamente esto en un período muy posterior). Lo interesante es que la gente de estas tierras, ya en el siglo XVIII producían más de 400 mil litros de vino. Y esta cifra, para la época (entendiendo que en ese período no existían las máquinas y tecnologías que tenemos hoy día, que se relacionan con una mayor eficiencia de producción), evidencia que había una producción de uva tremendamente grande, cuestión que probablemente en ninguna otra parte del país existía”. 

“Lo interesante -añade Sergio Jara- es que estos vinos no sólo fueron relevantes en términos de volumen, sino que también alcanzaron importantes reconocimientos enológicos internacionales: entre las primeras medallas que Chile gana en el extranjero por sus vinos, dos son de Matilla, que de hecho fue un vino elaborado por los Hermanos Medina en el antiquísimo Lagar de Matilla que hoy día es monumento nacional”.

“Estos vinos ya están saliendo de Pica y, hace poco tiempo, dos vinos hechos en Pica fueron elegidos entre los 10 mejores de sus respectivas categorías”.

“El tema es que esta tremenda producción de vino que, como decía, se extendió por casi 400 años, se acabó exactamente en el año 1937, básicamente por una serie de políticas del Estado de Chile que derivaron en el término de esta industria: les expropiaron la vertiente de Chintaguay, que era la principal fuente de agua de Matilla y Quisma, les pusieron impuestos específicos, los persiguieron por el hecho de ser peruanos o hijos de peruanos. De hecho, muchos de los grandes viñateros de la zona eran descendientes de peruanos”.

Ingrid Poblete señala en su investigación que “los primeros en cultivar la vid en el Perú fueron el propio Francisco Pizarro y Hernando de Montenegro, ambos en Lima. Desde este centro primigenio de la vitivinicultura sudamericana se habrían llevado las vides, durante la década de 1540, hacia el sur del Perú y Chile, en expediciones sucesivas, que fueron expandiendo el cultivo en las incipientes colonias”.

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Viticultor Jorge Moya con Primer Vino de Matilla desde 1937.


Una Cooperativa con una misión bien definida

En la actualidad, la cooperativa “Lagar de los Oasis” ha logrado reunir a estos 15 agricultores, muchos de los cuales son descendientes de los pioneros en la industria (por ejemplo, Jorge Moya, es descendiente de los hermanos Medina de Matilla,) con el objetivo de recuperar las variedades criollas que lograron sobrevivir a la extinción y al olvido. “La idea -agrega Sergio Jara- es propagarlas, multiplicarlas y hacerlas crecer. A partir de estas vides criollas rescatadas es que la cooperativa Lagar de los Oasis está haciendo vinos, en medio del desierto más árido del mundo, a 1300 metros de altura, con un proyecto que tiene, básicamente, 400 años de historia de respaldo”.

Como si esto fuera poco, señala Jara, “estos vinos ya están saliendo de Pica y hace poco tiempo obtuvimos los resultados de la mesa de cata de la CAV (que es probablemente el panel de cata más importante de Chile, que evalúa alrededor de 2000 vinos chilenos cada año), y en esta mesa de cata dos vinos hechos en Pica fueron elegidos entre los 10 mejores de sus respectivas categorías, que fue el vino naranjo, elaborado con la variedad moscatel rosado y el vino dulce elaborado con la variedad de uva cristal”. 

“Obviamente para nosotros -agrega- y para la gente de esta cooperativa, este es un hito tremendamente simbólico, porque la última medalla de vino que se alcanzó en estas tierras fue en el año 1907, que fue una medalla internacional; entonces tuvieron que pasar más de cien años para que nuevamente un vino de Pica pudiera alcanzar un reconocimiento enológico. Lo más significativo de todo esto, es que ese reconocimiento está asociado a variedades de vid que son criollas de los Oasis de Pica y únicas en el mundo”.

Antiguo alambique matilla

Antiguo Alambique Matilla.


Las Viñas de Matilla

De las viñas más importantes de fines del siglo XIX y comienzos del XX podemos mencionar a: “Viña Grande” de la familia Zavala; “Viña de Arriba” de Medina hermanos; “Viña Rivas” de la familia Enríquez; “Bodega del Estado” de las familias Rovellat y Orriols; “Bodega Botijería” de Riveros hermanos; “Bodega Santa Teresa” de la familia Loayza y “Bodega Jaramillo” de Contreras, Caucoto y Morales” a las que se sumaban las Haciendas de “El Sauque”, “Comiña”, “La Poroma”, “Sicuya” y otras heredades más pequeñas, de lo que podemos deducir que la fiesta de la poda se extendía por más de quince días. (Fuente: Jorge Moya) 

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