CRISTINA DORADOR: “En época de pandemia, la ciencia ha sido protagonista”

Esta académica antofagastina es experta en bacterias extremófilas que habitan en los salares del Norte. Ha investigado y descubierto microorganismos que pueden vivir en las mismas condiciones que las que tiene el Planeta Marte. Su trabajo científico, que desarrolla desde el norte, es uno de los más destacados a nivel nacional e internacional. En esta entrevista convoca a los científicos a mantener más cercanía con la gente.

Ciencia y Medio Ambiente 23/08/2020 Rodrigo Ramos Bañados
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Fotos: Cedidas por Cristina Dorador

El mundo microscópico ha logrado un protagonismo único. Se habla de microbios en constante evolución. Se habla del hábitat de estos microorganismos. Se habla de la globalización microbiana. Claramente después de la pandemia, aumentará la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías.

Cristina Dorador es una de las voces autorizadas en el país para hablar de la revolución microbiana. Cristiana es doctora en Ciencias Naturales mención Microbiología. Su trabajo científico lo desarrolla desde la Universidad de Antofagasta, y está vinculado al estudio de los extremófilos, bacterias que sobreviven a lugares tan inhóspitos como (suponemos, las que hay) en el planeta Marte o a las condiciones extremas del desierto nortino. Sus investigaciones han permitido descubrir grupos de bacterias en salares de la región, cuando en el mundo se desconocían esos registros.

Por la contingencia, Cristina ha estado solicitada por los medios de comunicación. A la vez, permanece activa en redes sociales aportando al debate. Puede decirse que se ha transformado en una de las investigadoras más influyentes en Chile, desde el norte.

-¿Qué tan complejo es desarrollar investigación científica desde el norte de chile, en un país tan centralista como el nuestro, cómo ha sido su experiencia?

-Hacer investigación en regiones es difícil, entre otras cosas por las distancias a recorrer. Es de esperar que con la masificación de las actividades online estas diferencias puedan disminuir. Lo otro son los costos; el costo de la vida en regiones del norte (y extremo sur) es mayor y eso debería considerarse a la hora de asignar recursos. A pesar de las brechas existentes, no hay aún acciones afirmativas diferenciadas hacia las regiones. Esperamos que con la instalación del Ministerio de Ciencias y las seremías macrozonales estas brechas disminuyan. En lo personal, he tenido la oportunidad de tener financiamiento de fondos nacionales como Fondecyt e internacionales, lo cual se ha fortalecido en el tiempo gracias al apoyo institucional, la formación de estudiantes y redes de colaboración con colegas de otras universidades de Chile y el extranjero.

Cristina-GRANDE

-¿En el ámbito académico y científico a nivel nacional y del norte, se ha equiparado hoy las posibilidades entre las mujeres y los hombres, o sigue habiendo una brecha a favor de los hombres?

 -Las brechas de género en investigación siguen existiendo, es un tema estructural y cultural que requiere de cambios profundos. Desde las agencias de financiamiento como la ANID (anteriormente CONICYT) se ha avanzado en algunas acciones afirmativas como considerar el postnatal en la ejecución de los proyectos de investigación, entre otras. Hace unos meses el Ministerio de Ciencias planteó una hoja de ruta para disminuir la brecha, que espero se pueda concretar en una política de género prontamente.

-¿Qué ocurre en el ámbito universitario?

-En el ámbito universitario, se está avanzando en la creación de Unidades de Género en las instituciones, pero es algo que en algunas aún no se concreta. Pareciera ser que las posibilidades son las mismas; sin embargo, hay diferencias de base que hacen que la brecha persista. Por ejemplo, durante la pandemia se ha reportado que las mujeres realizan mayormente las labores domésticas y de cuidado, lo cual no es reconocido en procesos de evaluación académica o incluso, en postulación a proyectos. Esto puede llevar a profundizar las diferencias que ya existen.

SALARES

-¿Qué la motivó a investigar los microorganismos que viven en condiciones extremas en los salares?

-Durante mis estudios de pregrado (Licenciatura en Biología, Universidad de Chile), tuve la oportunidad de trabajar en el Laboratorio de Limnología dirigido por la Dra. Irma Vila, donde pude aprender sobre lagos, ríos y salares. Paralelamente también tuve la oportunidad de conocer las investigaciones de microbiología ambiental de la Profesora Gabriela Castillo y Dra. Margarita Carú, con quienes aprendí la importancia de los microorganismos en el ambiente y el uso de técnicas de biología molecular para estudiarlos. Con esas ideas en mente quise hacer mi tesis de doctorado estudiando los microorganismos en salares, ya que son sistemas que conozco desde pequeña y están vinculados al norte de Chile. Tuve la suerte de poder realizar ese proyecto en Alemania y aprender mucho sobre ecología microbiana, función y diversidad de microorganismos en ambientes extremos. Es fascinante comprender la ecología de la vida al límite y que en el norte de Chile existan hábitats únicos para estudiarlos.

-El salar de Llamara evidencia forma de vida antiquísima, a través de los microorganismos. Es un lugar único. A su juicio, ¿Qué peligro corre este lugar cuando se autoriza la extracción de agua, y claramente el lugar convive con una empresa privada?

 -El Salar de Llamara es un sistema acuático único e irrepetible. Sigo sin entender porqué se autorizó la extracción de agua en este sistema. Cuando visitamos el Salar en el año 2017 y lo vimos intervenido con tuberías y mangueras y tapetes microbianos flotando, fue muy chocante y doloroso. Porque uno también siente dolor y tristeza por el daño a la naturaleza. La única explicación que tengo es que esto ocurrió por la desconexión que existe entre la naturaleza y las acciones humanas. Es como si hubiesen autorizado una termoeléctrica arriba de un glaciar. Los salares son sistemas frágiles, cualquier cambio en el sistema genera un efecto.

-¿Por qué es tan importante este Salar?

-Llamara es reconocido científicamente por sus microorganismos y estructuras similares a estromatolitos, además recientemente se propuso a los tapetes microbianos de este sistema como análogos al gran evento de oxigenación del planeta, donde aparecieron las cianobacterias que comenzaron a producir oxígeno, abriendo un camino hacia lo que es nuestro planeta hoy. Si se sigue con la extracción de agua, se puede provocar un cambio irreversible en las comunidades microbianas que allí habitan. Por otro lado, esto no se soluciona inyectando agua, como si fuese una piscina estéril. En sistemas extremos y límites como el Salar de Llamara, estas alteraciones generan grandes efectos.

-El Norte Grande parece vulnerable ante el aquí y el ahora de la minería. ¿Cómo percibe el futuro en este sentido, tiene esperanza o es pesimista? 

-Lo primero es reconocer que no es posible el crecimiento económico sin límite a costa de la extracción de recursos naturales; sin considerar sus múltiples consecuencias. Lo otro importante es la honestidad en la toma de decisiones. Cualquier proyecto genera efectos. Las sales y el agua que se ocupan en estos procesos vienen de salares.  ¿Qué agua se ha usado para poder generar las riquezas del cobre? Hay que dejar los eufemismos de lado y generar un diálogo abierto y honesto. Tenemos una historia de deterioro ambiental, humano y social que requiere de una revisión, justicia ambiental, una mirada integral y valiente. Se requiere reconocimiento y reparación. Luego de eso vendrán proyectos alternativos y sustentables. Espero que ocurra prontamente, soy optimista.

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“DEBEMOS REPENSAR NUESTRA
RELACIÓN CON LA NATURALEZA”

En relación a lo que ha pasado en la segunda región con los contagios del coronavirus, Cristina Dorador es tajante: “Es muy lamentable la situación, ya que se pudo haber evitado esta catástrofe. Desde el principio distintas organizaciones locales y expertos señalaban que la alta movilidad, por el flujo de trabajadores hacia las zonas mineras, era un factor de riesgo de dispersión del virus. Hoy sabemos que la mitad de los contagios activos son trabajadores de la minería. Sin embargo, siguen sin cerrarse los aeropuertos. Pareciera ser que hay una negación a nivel central sobre esta situación, se deberían tomar decisiones más drásticas. Un ejemplo de ello es María Elena; es inconcebible que con los altos números de contagios aún no tenga cuarentena y que se haya esperado tanto tiempo para dictarla en Calama. Aquí creo que ha pesado mucho el centralismo y su íntima relación con el extractivismo.

 -¿Cómo proyecta la relación de los humanos con los microbios, después que una vacuna amortice el COVID, seguirán siendo demonizados o se podrán conocerlos mejor para saber qué hacer? 

-Creo que es muy importante entender la importancia de los microorganismos en nuestra vida. Vivimos en un mundo microbiano, sin ellos no existiríamos. De hecho, los virus son fundamentales en procesos globales como el ciclo del carbono en los océanos y en procesos de diversificación. Lamentablemente aparecen nuevos virus como este SARS-CoV-2 que pone a todo el mundo de cabeza. Hay varios estudios que muestran que el salto de virus animales a humanos está relacionado con la degradación del ambiente y la pérdida de biodiversidad. Por eso es crucial que repensemos nuestra relación con la naturaleza, lo cual pone también en el tapete la discusión sobre el modelo de desarrollo que queremos o necesitamos en el futuro. Esta es una gran ventana de oportunidad para aprender y cambiar.

-¿De qué manera proyecta el mundo después del COVID 19?

-En un mundo ideal, deberíamos dejar los individualismos para avanzar a una sociedad más solidaria y cooperativa. Somos una comunidad de humanos en un planeta interrelacionado con sus especies y hábitats. Me encantaría que se valorara más la diversidad y que desaparezcan las desigualdades de base, inaceptables y dolorosas. Que las personas tengan las mismas oportunidades para desarrollar todas sus capacidades y potencialidades. Que todos tengan la posibilidad de pensar, de crear, de ser quienes quieran ser. Hay que derribar muchas murallas. Localmente creo que deberíamos proponer nuevas formas al centralismo y extractivismo, planteando una relación más justa con el resto del país. Si una pandemia no logra cambiarnos, entonces ya no sé qué tiene que pasar.


ROL PÚBLICO DE LOS CIENTÍFICOS

-¿Considera que el científico debe ser más activista y generar una opinión en medios y redes sociales, considerando que los “papers” quedan confinados al ámbito académico?

-Los científicos e investigadores tenemos un rol público. Generamos conocimiento que se difunde en círculos académicos, pero es nuestro deber dar a conocer a la gente estos resultados. Sin duda, no todos los investigadores creen que esto es necesario o algunos consideran que no tienen las aptitudes para hacerlo, pero es muy importante que el conocimiento llegue a las personas. Cada día crece más el interés por la divulgación de la ciencia y también las nuevas generaciones de investigadores participan más de estas actividades.

-Es importante, sin duda, a la hora de tomar decisiones…

-Por supuesto, este conocimiento debe de alguna forma permear y tomarse en cuenta a la hora de tomar decisiones de política pública u otras. Sin embargo, no es fácil. No basta con publicar un artículo para que sea tomado en cuenta. Ese es un camino que también hay que recorrer. Y es parte de la valoración del conocimiento de parte de la ciudadanía y los tomadores de decisiones. En esta época de pandemia la ciencia ha sido protagonista, pero también se ha mostrado la falta de desarrollo de capacidades a niveles regionales y locales. Luego de esto, cada región debería contar al menos con un centro de excelencia en enfermedades infecciosas, lo mismo para otras disciplinas que son relevantes en los territorios. De hecho, la red de laboratorios diagnósticos COVID en las Universidades ha demostrado el compromiso de los investigadores en todo el territorio por trabajar para la comunidad.

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