APPS… PARA LOS TIEMPOS DE HOY

“El creciente club de la tercera edad tiene más socios activos y potenciales que ya se los quisiera un partido político. Lo probable también es que esta tendencia siga un derrotero similar y más complejo con el pasar de los años... rectifico, horas”.

Opinión 27/04/2019 Patricio Muñoz Pinto
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Estoy convencido que nuestros futuros días serán cada vez más raros, complicados y en “modo” cambios constantes.  Y esto, sin duda,  transformará más y aceleradamente nuestras formas de vivir en la sociedad presente, metiéndonos sin mucha capacidad de cambiar u opinar, en un estado y circunstancias  que creo que ya llegaron.  Por eso, pienso que  todos tenemos la obligación-necesidad  de aprender a conocer,  usar y familiarizarnos con todo lo nuevo que se instale o aparezca, ya que el cambio es una constante. Esto, con una mirada darwiniana, no es más que  la señal de que nos adaptamos o acabamos como especie. A lo menos,  como hasta hoy la conocemos. 

Para que no nos ocurra esto y terminemos como el escritor Yuval Noah anticipa en su best seller Homo Deus -una breve historia del mañana-  debiéramos a lo menos tomar conciencia del ahora para poder resolver ciertos temas del mañana. Dicho lo anterior,  sería una realidad que -especialmente para  los modelitos humanos construidos en los viejos tiempos de la  segunda Guerra Mundial-  replantearnos nuestra actual forma para vivir en concordancia y armonía con el entorno. Yo opté frente a dos alternativas: aprender o aprender, siguiendo la sabia filosofía de don Pato Aylwin,  “en la medida de lo posible”.

No es una excusa,  pero el creciente club de la tercera edad tiene más socios activos y potenciales que ya se los quisiera un partido político. Lo probable también es que esta tendencia siga un derrotero similar y más complejo con el pasar de los años…rectifico,  horas. Mientras aumenta la vejez,  lo nuevo es una constante. Y así, en este mundo globalizado, en un par de minutos puede estar instalada “sin ser consultados”, una Aplicación. Conocida como Apps, no son sino programas que tienen todo lo necesario para “hacer algo” que necesitamos hacer. O sea,  todo lo que se nos pueda ocurrir o necesitar. Hay Apps para todo lo imaginable y mucho más. Estos mecanismos, verdaderos manuales operativos de cómo hacer “cualquier cosa” se han desarrollado básicamente como soluciones computacionales y  equipamiento ad hoc. Sin embargo, hay una derivada peligrosa, que más temprano que tarde, empezará a pautearnos hasta cómo hacer las cosas humanas. Ergo, empezaría a desaparecer el razonamiento individual y emergería en  nuestras decisiones, “algo”, que hasta la fecha se lo teníamos encargado al cerebro. 

Hoy, en el mundo de las realidades virtuales, cuando alguien debe actuar o hacer algo que no sabe,  puede acceder a una App, la que le señala los pasos a seguir. Doy un ejemplo de la vida misma. Imagínense a un joven adolescente intentando tener sexo por primera vez, con una par igualmente inexperta. En décimas de segundos digita la App de rigor. El programa le dirá -incluidos diagramas y datos técnicos-  todo lo relativo al acto copulativo humano. Y si desea puede acceder a Apps derivadas para lo que viene después, algo así como la App “las mejores acciones post acto copulativo entre humanos”. Luego si desea, activar la App: Conversaciones para el regreso a casa. Asimismo la App: Diálogo con los padres de la polola, etc. etc. No está demás estar enterado que también hay App sobre “cuentos del tío, chamullos creíbles, mentiras piadosas, tips para enamorar, simpatizar con la suegra o conseguir que el suegro les pase el auto. En el ámbito educacional, colegio o Universidad, las Apps son trascendentales y decisivas. En el pasado, solo estaban los artesanales torpedos.

El asunto tiene potencial. Un manual para una vida, que en régimen, ya se lo hubieran querido los antiguos. Gracias a la tecnología,  las Apps nos  dan una manito de gato para resolver no solo lo tecnológico y laboral, sino asuntos de la vida.  Ahora a  solo un click ya tenemos el Manual de los Cortapalos en versión electrónica. Dios nos pille confesados. Digo yo.

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