IGLESIA DE MAMIÑA avanza en su proceso de restauración, de la mano de la comunidad

La Iglesia San Marcos de Mamiña ha soportado durante su historia, una serie de eventos desafortunados -desde terremotos hasta incendios-, pero nada ha desalentado la fe de los habitantes del poblado, siempre dispuestos a ponerse de pie. Eso es lo que ha ocurrido en estos últimos años, después del incendio de 2017. Y ahora se aprestan a emprender una nueva restauración, esta vez apoyados por la Fundación Altiplano.

Arquitectura y Patrimonio20/07/2022Reinaldo Berríos GonzálezReinaldo Berríos González
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La participación de la comunidad es clave en la metodología de trabajo de la Fundación Altiplano. Aquí, en una reunión de trabajo, al interior de la iglesia. Foto: Fundación Altiplano.

Tras el incendio que destruyó por completo la histórica Iglesia San Marcos de Mamiña, el 8 de enero de 2017, la comunidad asumió el compromiso de restaurarla de manera íntegra y en eso han estado estos últimos cinco años. En julio próximo, el diseño de la restauración, que ha llevado adelante la Fundación Altiplano, estará listo para ser presentado al Consejo de Monumentos Nacionales, entre otros entes gubernamentales, que deberán conocerlo. Luego vendrá la restauración propiamente tal.

Bernardo Cautín, integrante del comité que ha llevado adelante el proceso, señala que el siniestro “destruyó todo lo que había al interior del templo: imágenes, altares de madera, las andas, las bancas, unos órganos antiguos, etc. El fuego envolvente consumió rápidamente el templo y fue muy poco lo que se pudo rescatar. Los ornamentos se salvaron porque eran guardados en la sacristía y el fuego no hizo tanto daño en ese sector”.

Después de constatar el estado deplorable en que quedó el templo, señala don Bernardo, se “constituyó un comité de reconstrucción; se nombró al día siguiente del incendio, encabezado por el Obispo de ese entonces y que integraron todas las autoridades. La idea era buscar la forma y método para reconstruirlo en el más breve plazo. Durante dos o tres meses, la comunidad y los bailes religiosos trabajaron en la limpieza y en el rescate de algunos elementos que se salvaron de las llamas, guiados por la arqueóloga María José Capetillo, que dispuso para esos fines el municipio de Pozo Almonte”. 

Con el tiempo, agrega, se contactaron con la Fundación Altiplano, que tiene un gran equipo de profesionales especializados en este tipo de trabajos. “Nos sentamos a la mesa y nos mostraron lo que habían hecho; es así que llegamos a un acuerdo y lo primero que hicimos fue sacar todos los restos de la techumbre que había quedado inutilizada por el incendio. También se hizo un estudio acabado del nivel de daños y de los elementos que conformaban el templo; por ejemplo, en el caso de los restos de las imágenes, se estudió la materialidad, el origen, su historia, en fin. Tras ese trabajo se inició el trabajo de diseño que está a punto de concluir”.

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Una foto de la Iglesia, justo días después del terremoto, en 2005. Foto de Pamela Daza.

EL DISEÑO

En julio de este año, señala Beatriz Yuste, arquitecta encargada del área de conservación de la Fundación Altiplano, debe estar completamente terminado el diseño del proyecto de restauración. “El diseño es, en rigor, la carpeta que luego tiene que pasar por el Consejo de Monumentos Nacionales, ya que la Iglesia de Mamiña es un Monumento Histórico; también tiene que ser aprobado por el Gobierno Regional y ahí estaría listo para proceder a la ejecución”.  

“Desde que la Iglesia se quemó, hubo una serie de pasos que la comunidad fue dando para lograr su restitución”, señala. “Uno de ellos fue declarar la Iglesia como Monumento Histórico y luego dividir el proceso en tres fases: la primera, que se hizo el 2018, fue dejar la Iglesia apuntalada, trabajo que también realizó la Fundación Altiplano; una segunda fase que es la de diseño (que también ejecutamos nosotros) y una tercera fase que, una vez que llegue el momento, se decidirá quién la va a ejecutar”.

“Nuestra propuesta, para esta tercera etapa, es realizar la restauración en la modalidad escuela-taller, que significa contratar gente de la comunidad para que colaboren en la tarea y a la cual capacitamos, que es lo que nos diferencia de una empresa constructora. Es decir, hacer el trabajo en comunidad y hacer escuela dentro de las obras; dejar todo el aprendizaje de conservación dentro de la comunidad”.

La Fundación Altiplano tiene veinte años de trayectoria y con el plan “Ruta de las Misiones” ha restaurado -de manera integral- once de un total de 36 templos. Lo interesante, agrega Beatriz, “es que este modelo de intervención se está extendiendo al resto del norte de Chile, porque la tipología de las iglesias es muy similar. Hemos estado trabajando en San Pedro de Atacama y ahora acá en Mamiña. También estamos trabajando en los perfiles de otras iglesias de Tarapacá: Mauque, Cariquima y Enquelga”.

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Estado en que quedó el templo tras el incendio en 2017.

PÉRDIDA IRREPARABLE

Para Bernardo Cautín, lo importante es que el trabajo mantenga lo más fielmente posible el diseño original de la Iglesia, aunque en el caso de las imágenes que se quemaron, la pérdida es irreparable. “Gran parte de las imágenes que tenía el templo habían sido traídas desde el Cusco; la Virgen del Rosario, por ejemplo. El Señor de Mamiña, el Señor de Semana Santa, San Pedro, San isidro… eran varias imágenes, porque la nave central tenía como cinco nichos donde estaban las imágenes. Además, están las historias de cómo los abuelos se las ingeniaron para traer esas imágenes”. 

La Iglesia, señala Beatriz Yuste, ha tenido una cronología de sucesos trágicos. El año 2005 sufrió los embates del terremoto, lo que trajo aparejada una restauración que puso el foco en reforzar las paredes, de tal modo que no volviera a sufrir con un evento sísmico; y eso se logró absolutamente. “Y el 2017 se produce este incendio, que no afectó los muros, pero sí al resto de la edificación. Lo que se necesita es volverla a habilitar para hacer las ceremonias, las fiestas patronales y todas las actividades comunitarias. Hay que recordar que, en estos pueblos, la comunidad vive en torno de sus iglesias”.

- ¿Cuál es el criterio con que se realiza un trabajo como éste?

-Nosotros trabajamos con criterios internacionales de restauración, que vienen de las cartas de restauración que se utilizan en todo el mundo. Dentro de esos criterios hablamos de autenticidad; intentar rescatar al máximo las técnicas que existían tradicionalmente, que son la herencia de los antepasados y de la forma en que se construía en Mamiña. También está el criterio de seguridad, es decir, si hace falta mejorar esas técnicas para que sean más durables en el tiempo, también se aplican. 

“Hay un tercer criterio que es de mínima intervención, intentar afectar al mínimo posible. Además, es clave la experiencia de Fundación Altiplano trabajando con comunidades y que, fundamentalmente, tiene que ver con la participación comunitaria. Entonces, tanto el diseño como la fase de ejecución, contempla la conformación de un comité con la comunidad que acompaña todo el proceso, respetando las costumbres que tienen que ver con un monumento sagrado; se hacen reuniones periódicas, voluntariados, etc, etc”.

Bernardo Cautín concluye señalando que esperan, una vez aprobado el diseño, conseguir los recursos (más de mil millones de pesos) para que se proceda a la restauración. Y a la anhelada reinauguración del templo, ojalá antes del 2024. “Lo importante es que esto ya está trabajado, está conversado, porque el Gobierno Regional se ha comprometido a poner el 50% de los recursos y Monumentos Nacionales pondría el otro 50%. Lo importante es que siga la Fundación Altiplano y termine en definitiva todo el trabajo”.

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Foto histórica de la Iglesia de Mamiña, en 1933.


De un pequeño Oratorio 

de Piedras a la Iglesia actual

A mediados del siglo XVI se instauró en Mamiña una encomienda: el pueblo andino fue parte originalmente de la Doctrina de llabaya, y ésta, del Obispado del Cusco, hasta la creación de la primera Parroquia de Indios. San Marcos de Mamiña se constituyó luego en un anexo de San Lorenzo de Tarapacá, curato doctrinal creado entre 1565 y 1571, que, junto a Santo Tomás de Camiña, establecido poco después, fueron los únicos curatos doctrinales de toda la provincia hasta la segunda década del siglo XVII.

La primera construcción con fines religiosos del periodo hispánico probablemente fue un pequeño oratorio de piedras, cañas y barro como techumbre. En 1632, se construyó el Templo San Marcos de Mamiña sobre un pequeño afloramiento rocoso de liparita o pumita (piedra rosada), en un espacio de uso prehispánico con importancia simbólica para las comunidades originarias. Existía en el lugar un cementerio prehispánico, según manifiesta la oralidad local, que incluye descripciones de pobladores sobre hallazgos en trabajos de mantenimiento a principios del siglo XX y en la década de 1950.

La iglesia fue erigida con tecnología local, utilizando minerales no metálicos, piedras, arcilla, barro, madera, pastos duros, moños de trigo con técnicas tradicionales locales como el adobe, el mortero de barro, techado de mojinete y trabajo de piedra canteada. Con impronta neoclásica en su altar mayor y retablo, se presume que las naves o capillas actuales son del templo original y la actual entrada y retablo una ampliación realizada a fines del periodo colonial.

El calendario de fiestas de la Iglesia de Mamiña, con procesiones, bandas, bailes y cantos tradicionales, incluye la Pascua de los Negros, los días 5 y 6 de enero; Misa y procesión del 6 de enero; Fiesta de la Candelaria, el 2 de febrero; Semana Santa; Fiesta de San Marcos, el 25 de abril; Fiesta del Señor y Pentecostal, los días 3 y 4 de junio; Fiesta de la rueda/octava, del 1 al 10 de octubre; Día de los difuntos y visita al cementerio, los días 1 y 2 de noviembre; Misa en la noche, el 7 de diciembre; Misa de primera comunión, el 8 de diciembre y Misa de la noche canto de los pastores, el 24 de diciembre.

La iglesia ha sido objeto de reconstrucciones por acción comunitaria luego de incendios y terremotos; luego del terremoto de 2005 la iglesia fue recuperada con recursos aportados por una empresa minera.

Texto extraído de la página del Consejo de Monumentos Nacionales.

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