LA INTEGRACIÓN FRONTERIZA Pica – Llica y la Gran Jacha Qhathtu Sillajhuay Mallku Hito 41

La iniciativa Sillajhuay Mallku hito 41 forma parte de un relato que tiene más de cien años de historia. Un ejemplo fueron las caravanas de la amistad de 1958, que pretendían fortalecer la cooperación transfronteriza entre regiones de Bolivia y Chile. A las aspiraciones regionales, muchas veces promovidas desde la sociedad civil, se le interponen como una montaña infranqueable los intereses de los gobiernos de turno.

Arte y Cultura11/11/2022 Diego Riquelme y Cristian Ovando (*)
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Como plantea Sergio González Miranda en su Sísifo en los Andes: la frustrada integración física entre Tarapacá y Oruro. Las caravanas de la amistad de 1958, las iniciativas de cooperación transfronteriza entre regiones de Bolivia y Chile siempre han sido una quimera. A las aspiraciones regionales, muchas veces promovidas desde la propia sociedad civil, se le interponen como una montaña infranqueable los intereses de los gobiernos de turno. Ejemplos hay de sobra a lo largo de la historia tarapaqueña. 

Uno de los más representativos fue a través de instancias como El Comité Para el progreso de Tarapacá, el que funcionó por décadas discutiendo iniciativas transfronterizas con el propósito de buscar alternativas para el alicaído desarrollo regional tras la crisis del salitre. Una de sus iniciativas vanguardistas fue apoyar el proyecto “Irrigación de la pampa del Tamarugal con aguas del Lago Titicaca" (1950), estrategia diseñada  como parte del canje para entregar una salida al mar a Bolivia, al fragor de las negociaciones entre los presidentes Ibáñez de Chile y Siles de Bolivia, iniciativa que  se vio frustrada por las aprensiones diplomáticas de autoridades chilenas, pero  que, curiosamente, tuvo aceptación en la sociedad Tarapaqueña, pues se consideraba su implementación de vida o muerte para levantar el alicaído desarrollo regional (Ovando y González 2014).

DESARROLLO FRUSTRADO

En la actualidad, el frustrado proyecto constitucional plebiscitado en septiembre de este año en su artículo número 199 señalaba de forma inédita una serie de consideraciones acerca de la necesidad de promover el desarrollo fronterizo, con un evidente impacto en el país si tenemos en cuenta lo extenso de su frontera y la complementariedad entre muchas regiones y localidades chilenas que comparten frontera con Perú, Bolivia o Argentina. Señala categóricamente: “Las comunas y regiones autónomas ubicadas en zonas fronterizas podrán vincularse con las entidades territoriales limítrofes del país vecino, a través de sus respectivas autoridades, para establecer programas de cooperación e integración, dirigidos a fomentar el desarrollo comunitario, la prestación de servicios públicos y la conservación del medioambiente (…)”, y su artículo número 14 señalaba que el Estado “facilita el contacto y la cooperación transfronteriza entre pueblos indígenas”. Cabe destacar que, aunque estos artículos parecen muy novedosos, su contenido ya fue recogido por el Convenio número 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales firmado por Chile y que en su parte VII, contactos y cooperación a través de las fronteras, artículo 32 señala: “Los gobiernos deberán tomar medidas apropiadas, incluso por medio de acuerdos internacionales, para facilitar los contactos y la cooperación entre pueblos indígenas y tribales a través de las fronteras, incluidas las actividades en las esferas económica, social, cultural, espiritual y del medio ambiente”.

Al igual que las iniciativas históricas señaladas, este proyecto constitucional rechazado recoge esa sentida aspiración de la región de Tarapacá: construir la franja fronteriza como un espacio de desarrollo que fomente el turismo, el comercio y la cooperación cultural, entre otras aristas del desarrollo de estos territorios mal llamados rezagados. Con todo, sostenemos que la iniciativa Sillajhuay Mallku Hito 41, que a continuación describiremos, forma parte de este relato que tiene más de cien años de historia.  Aunque lo interesante, siendo optimista, es que el proceso constituyente continua y es tarea de la sociedad regional mantener dentro del debate público temas emergentes como la inserción internacional de las regiones y particularmente las fronterizas.  

LA INICIATIVA

La iniciativa Sillajhuay Mallku Hito 41 y el proyecto de reapertura: Las localidades de Cancosa y Bellavista, pertenecientes a las comunas de Pica en Chile y Llica en Bolivia, han buscado desde más de dieciséis años hacer realidad iniciativas como el proyecto de Integración fronteriza Circuito turístico Peatonal internacional Pica- Alto Pica- Llica y Uyuni, experiencia que se enmarca en procesos de cooperación fronteriza reseñados al inicio. 

En este contexto, Sillajhuay Mallku Hito 41, es una instancia orientada hacia la visibilización de las raíces aimaras  de estas localidades, y que canaliza diversas demandas en torno al rezago del altiplano respecto de las capitales regionales: la falta de conectividad, el reconocimiento de formas comerciales ancestrales, su potencial turístico transfronterizo, entre otras aspiraciones. Para su puesta en valor, se materializaron una serie de eventos a contar del 2012 hasta la fecha, cuatro o cinco aproximadamente. Estos consisten principalmente en la celebración y encuentro de la comunidad de Cancosa, animados con bandas internacionales de música andina, discursos de representantes de ambos lados de la frontera pertenecientes a las comunidades, sociedad civil y autoridades locales.  Sobre todo, la actividad consistía en “visibilizarnos con nuestra lengua, nuestra cultura, nuestras raíces”, tal como señala un miembro del comité cívico de Cancosa, que, desde el año pasado, se ha sumado al trabajo de las comunidades de Llica y Cancosa como correlato de este movimiento que ha ido adquiriendo impacto social, cultural y político, aunque no se exprese de esta forma explícitamente.

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Una de sus iniciativas vanguardistas fue apoyar el proyecto “Irrigación de la pampa del Tamarugal con aguas del Lago Titicaca(1950)”, estrategia diseñada  como parte del canje para entregar una salida al mar a Bolivia.

CONEXIÓN HISTÓRICA

Estas demandas poseen una conexión histórica con las expresiones políticas regionalistas reseñadas, ya lo advertimos. No obstante, la vinculación entre Cancosa en Chile y Bellavista en Bolivia, también se fundamenta dentro de un proceso mayor de re etnificación en el poblado chileno; es decir de reconocimiento, re visibilización y consolidación de su identidad como aimaras. Cancosa fue fundado en 1945 a partir de un proceso de migración de familias provenientes de Cariquima en la misma década (Escalona, 2020).  En aquella época, comuneros aimaras de nacionalidad chilena compuestos principalmente por las familias Moscoso, Challapa, Mamani y Tucuna, compraron la hacienda Cancosa a familias bolivianas establecidas allí y pasaron a instalarse en la cuenca (Mardones, 2020, Escalona, 2020). Hoy el pueblo atraviesa una crisis marcada por su despoblamiento y falta de oportunidades, ante la cual la comunidad se ha organizado de diferentes maneras para sortear el rezago y abandono por parte del Estado. 

Según cuenta uno de los miembros de la comunidad, en aquél entonces se encontraba habilitado un paso fronterizo pedestre que siempre permitió la vinculación entre el poblado de Cancosa y su par al otro lado de la frontera: el poblado de Bellavista en el municipio boliviano de Llica.  Luego, hacia 1957 se construyó el primer camino desde Iquique hacia Bolivia, lo que, junto a la creación de la Zona Franca de Iquique en 1975, activaría una ruta comercial que conectaba no sólo a las localidades, sino a los respectivos polos urbanos de desarrollo y capitales de cada país.  De esta forma, este paso permitía la circulación de las comunidades hacia uno y otro lado de la frontera, pero además fortalecía la vinculación económica transfronteriza a nivel regional. 

80 FAMILIAS

Miembros de la comunidad cuentan que entonces el pueblo se encontraba más poblado que en la actualidad. Registros de la municipalidad de Pica señalan que son cerca de 80 familias que tienen relación con la localidad de Cancosa, en tanto que la población que lo habita de manera permanente es escasa.  Hoy en la escuela rural municipal que se encuentra en la localidad se encuentra inscrito un solo niño, lo que no obstante ha sido por el empuje de la comunidad de mantener vivo el poblado.  Antes, el paso se mantenía libre para la circulación de personas, mercancías y vehículos motorizados, en tanto que algunos lugareños recuerdan que existían mercados pequeños, restaurantes para la atención de camioneros y algunos comercios mayoristas como un negocio de telas. 

El paso fronterizo se encontró habilitado hasta 1989, cuando durante la dictadura militar se cierra mediante decreto ley, permitiéndose sólo el paso pedestre. No obstante, este último en la actualidad tampoco se encuentra reconocido oficialmente por el Estado Chileno mediante la Dirección de Fronteras y Limites, DIFROL.  A partir de la recopilación de datos en terreno, miembros de Cancosa nos señalan que antiguamente el paso era más libre y que se podía circular, teniendo que solicitar un permiso especial en el retén de Carabineros del poblado. Actualmente Carabineros sigue otorgando este permiso, pero en la práctica ellos conocen de manera informal quienes son los miembros de la comunidad de Cancosa. 

CONECTIVIDAD

Pese a todo, es sabido que existe “una escasez de conectividad del poblado con respecto a las demás comunas de la región de Tarapacá” (Pardo, 2017, p. 80) lo que se ha expresado en las demandas por reapertura del hito 41, siendo la actividad Sillajhuay Mallky una estrategia de visibilización de las raíces aimara, así como parte del repertorio de demandas políticas en torno a la integración y el desarrollo fronterizo.  Además, después del cierre del paso vehicular los habitantes de la localidad mencionan que quedaron “a traspié” tal como declara uno de los representantes del comité cívico “al cerrar el paso hemos quedado a traspié, olvidados, olvidados de las autoridades, ¡y hemos estado entrampados en estos últimos 20 años en esta lucha para poder pasar para Bolivia!” (Entrevista a representante del comité cívico, agosto 2022), dando cuenta de un proceso que se ha venido gestando en las últimas dos décadas, pero que puede rastrearse mucho antes con el proceso de reetnificación. En efecto, 

"La demanda por reapertura de Hito 41 hoy en día consiste en la concreción de un Circuito Turístico Peatonal Internacional que una Pica- Alto Pica- Bellavista - Llica y Uyuni, proyecto de Integración Fronteriza que se traduce en la gestión intersectorial e internacionalizada de la demanda que se descompone en mejora de infraestructura vial y de señaléticas, asistencia técnica y capacitación a emprendedores de la zona relativas al turismo” (Pardo, 2017, p. 52) 

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En aquél entonces se encontraba habilitado un paso fronterizo pedestre que siempre permitió la vinculación entre el poblado de Cancosa y su par al otro lado de la frontera: el poblado de Bellavista en el municipio boliviano de Llica.

Junto a esta demanda se añade el fomento del comercio fronterizo como una oportunidad importante para los habitantes de uno y otro lado de la frontera. Cabe señalar que la comunidad tiene claros tratados como el mencionado Convenio 169 de la OIT mediante el cual se amparan para poder “reinaugurar esta ruta dormida” (José Antolín Mamani, entrevista) a fin de rescatar el camino de la integración y movilidad entre los habitantes de ambas localidades. 

El poblado de Cancosa posee una serie de limitaciones: escasa movilización, carece de servicios básicos, luz, agua potable, baja calidad de conexión a internet y escasa señal telefónica, en comparación con del poblado de Bellavista, Bolivia, en dónde sí cuentan con el acceso a estos servicios y movilidad estable durante todo el año.  En cambio, los habitantes de Cancosa deben hacerlo principalmente en vehículo particular, siendo escasos privados los que ofrecen el servicio de transporte.  Es por esto por lo que se han gestado distintas mesas de trabajo que se han llevado a cabo en el mismo hito. Recientemente, se llegó a un punto de inflexión importante puesto que el 27 de agosto, desde esta mesa surgieron por primera vez acuerdos entre autoridades regionales de ambos países, lo que se traduce en un hecho inédito que recoge la serie de demandas que aborda la comunidad.


La mesa técnica de trabajo del 27 de agosto del 2022

Como hemos visto, en esta iniciativa convergen una variedad de actores de ambos lado de la frontera:  comités cívicos, autoridades regionales y  locales, universidades, servicios  públicos y privados, cabe destacar también las autoridades originarias bolivianas, y de Chile. Es en este contexto que representantes de estos sectores, se reunieron el pasado 27 de agosto del 2022 a los pies del volcán Sillajhuay y el Hito 41 que divide ambos Estados en lo que denominó Mesa de Trabajo Técnico Bilateral, cuyo objetivo fue realizar un encuentro técnico al que se llegaron a ciertos acuerdos en la medida que lo permitió el marco jurídico institucional de ambos países. Allí discurrieron los discursos e intervenciones de los participantes, dentro de los cuales se puede destacar la identificación de problemáticas aludidas por la comunidad como la escasa conexión, falta de luz eléctrica, agua potable, así como la falta de interés por parte de las autoridades de formalizar el tránsito pedestre?? y vehicular. 

Durante la etapa de diagnóstico de la reunión se consideró que existe un cuello de botella respecto al vínculo bilateral a nivel institucional entre las cancillerías de ambos países, y también a nivel local. Si bien desde el lado chileno se puede realizar el trámite para el tránsito local en el retén de Carabineros en el poblado de Cancosa, hacia el lado boliviano no existe un control migratorio en dónde la gente que cruza pueda regularizar el tránsito hacia el vecino país.  Esto repercute sobre todo en el potencial turístico que se desaprovecha: el salar de Uyuni, destino turístico reconocido mundialmente, se encuentra solo a tres horas y media por tierra de la frontera, así como en la factibilidad de establecer o más bien retomar relaciones comerciales y de integración con los hermanos bolivianos.  En este sentido, el lazo y la conexión persiste a pesar de las dificultades descritas, toda vez que se reconoce entre la misma comunidad que la línea divisoria entre ambos es ficticia. No obstante, es imperativo la habilitación de un paso pedestre, turístico y comercial para que las relaciones de facto salgan de la clandestinidad. 

Por otro lado, parte de las intervenciones del encuentro aludieron a las relaciones paradiplomáticas que existen entre ambas localidades, las que no son reconocidas por las cancillerías de ambos países, pero sin son recogidas por las autoridades regionales (el gobernador regional de Tarapacá asistió al encuentro anterior, al igual que el alcalde de Iquique).  De manera que se busca la visibilización de formas de relación entre pueblos que se expresan cotidianamente y que dan cuenta de relaciones vecinales que las autoridades nacionales ignoran. En este sentido, parte de los acuerdos realizados dentro de la mesa técnica representan una innovación institucional en la que la comunidad indígena de Cancosa con apoyo del Comité Cívico de Cancosa han logrado un cierto protagonismo, llegando a poder dialogar con los tomadores de decisiones.  

Respecto de los acuerdos logrados por la mesa técnica, en primer lugar, se logra la formalización de una feria fronteriza que se celebra cada quince días desde octubre del 2021, la que se ha configurado como una interesante estrategia que resume parte de las demandas que han tenido la comunidad por conectividad y que veremos a continuación. Dentro de los otros acuerdos se menciona que se realizarán reuniones  con autoridades de  las Cancillerías de ambos países para trabajar en la eventual formalización y habilitación del paso fronterizo.  Un último acuerdo más concreto fue la realización de viajes en modalidad fan tour, un periplo que se realiza con periodistas, autoridades y privados interesados en conocer la oferta turística de destino, a fin de poder establecer futuros acuerdos que consoliden la demanda por el circuito turístico. Este último punto fue comprometido por interesados tanto privados como públicos en el área del turismo de ambos países, por lo que se trata de una lógica innovadora de partenariado a nivel fronterizo. 

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El poblado de Cancosa posee una serie de limitaciones: escasa movilización, carece de servicios básicos, luz, agua potable, baja calidad de conexión a internet y escasa señal telefónica, en comparación con del poblado de Bellavista, Bolivia.

En este caso, nos interesa rescatar la iniciativa de la Gran Jacha Qhathtu Sillajhuay Mallku Hito 41, feria fronteriza que se celebra cada quince días a los pies del volcán homónimo y que acá es considerada como una estrategia de visibilización tiene dos grandes vetas. Por una parte, permite la consolidación de lazos comerciales que vinculan a ambas comunidades in situ, pero también con otros polos de desarrollo a nivel nacional y global como la evidente conexión de este comercio con la Zona Franca de Iquique. De otra, se desarrolla como una estrategia interesante para incentivar la movilidad entre ambos territorios y sortear los problemas que traen nociones negativas para el desarrollo de las comunidades como la factibilidad o rentabilidad social. Esta última se expresa cuando organismos como el Ministerio de Obras Públicas no habilitan caminos aludiendo que existe poco tránsito de personas, lo que ha sido rebatido por parte de los actores que convergen en estas iniciativas, señalando a que se trata de una situación del huevo o la gallina ya que al no estar habilitado el paso vehicular es difícil que efectivamente haya un tránsito, a pesar de que este existe de facto de manera informal.  De esta forma, con la feria se asocian dos funciones importantes que tienen un correlato ancestral en la sociedad aimara: la movilidad y el comercio, elementos que, junto a la reivindicación por la apertura del paso peatonal turístico, actualizan  un relato histórico que cobra vigencia al alero del nuevo debate que abrió el proceso constituyente que sigue vigente.


(*) Títulos, destaques, bajada, subtítulos, son obra del editor.

Universidad de Tarapacá, sede Iquique.

Resultado FONDECYT 1210780

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