PICA: Oasis de la Historia y del Turismo, premiada como BEST TOURISM VILLAGE

La Comuna de Pica es un oasis de historia y patrimonio cultural, desde tiempos milenarios. La conjunción de elementos que en este territorio se convocan, son únicos, con su potencial termal, étnico-cultural y sus producciones de la precordillera y del altiplano. Todo esto lleva a que la Organización Mundial del Turismo (OMT), en Madrid, le reconozca como un ejemplo de destino de turismo rural con valores culturales y naturales en el mundo, otorgando a su Municipalidad el sello Best Tourism Village (2021). Esta es la primera entrega de una serie realizada por el historiador y escritor iquiqueño Juan Vásquez Trigo.

Memoria15/02/2022 Juan Vásquez Trigo (*)
Pica arboles
Pica tiene una sorprendente historia, que está reflejada en el libro del autor de este artículo, Juan Vásquez Trigo.

Poblamiento del Territorio. Los primeros grupos humanos arriban al territorio hace unos 14 mil años, en la fase Paleo-India. Se trataba de Bandas de Cazadores-Recolectores que seguían el patrón de poblamiento de norte a sur. Hacia entonces, finalizaba la última Glaciación de Wisconsin que afectó al planeta, lo que hacía que la flora y fauna fuesen muy distintas a las que conocemos hoy, ya que la cubierta vegetacional de pampas y de serranías sostenían a especies de macro-fauna, como milodontes, gliptodontes y paleo-llamas, entre otras.

La evolución humana se verá favorecida con las expansiones del Tiwanako (600 d.C.) y del Tahuantinsuyu (1.450 d.C.). Entre ambas grandes civilizaciones sudamericanas, se produce la fase de los Desarrollos Regionales, en que la Cultura Pica-Tarapacá será un eje gravitante en sus relaciones de intercambio y complementariedad, tanto horizontales, con la Cultura Arica y la Atacameña, como verticales, con el altiplano, las yungas y la pre-amazonía. 

Expansión Hispánica. El oasis conformado por Pica, Matilla y Quisma estaban en el trazado del Camino del Inca (Qhapac Ñan). Por aquí pasa Diego de Almagro en su retorno desde Chile, recibiendo fuerte resistencia en distintos asentamientos indígenas, como en Quillagua y luego, en el mismo Oasis de Pica. En el mes de diciembre de 1536, el Adelantado, llega vía Quebrada de Maní y Valle de Quisma, por el sector llamado Poroma. Al ingresar a Pica, la hueste encuentra el lugar abandonado por los indígenas que se habían refugiado en tierras más altas o en la Pampa del Tamarugal, habiendo ocultado prácticamente todo alimento. En una choza, se halló a varios españoles, a los que habían dado cruenta muerte los indígenas. Luego de reponer sus fuerzas y de conseguir alimentos, la hueste continúa su retorno a Perú. 

Será un hecho que Pica-Matilla serán puntos preferenciales en las nuevas expediciones que desde Arequipa se gestarían para conquistar los territorios del sur, entonces Chile, entre los cuales destaca Pedro de Valdivia y su hueste, encaminándose hacia Tarapacá, llevando agua en calabazas y odres, y en que el oasis resultaba punto esencial de descanso y de re-aprovisionamiento del vital líquido y alimentos. 

Pica liimones

Más allá de los cítricos, por los cuales es famoso el oasis, su historia es sorprendente.

ALMAGRO

Desde las referencias de Diego de Almagro, en 1539, este territorio comienza a ser explorado por hispanos avecindados en Villa Hermosa de Arequipa. Aumenta el interés cuando se conoce de la plata de Huantajaya desde 1542. Dos años antes se conceden las primeras encomiendas en Tarapacá, las que tienen como principal beneficiario a Lucas Martínez Vegaso. No obstante, la encomienda de Pica fue otorgada a Andrés Jiménez, sucediéndose una seguidilla de encomenderos.

Una segunda fase de poblamiento hispánico se dinamiza entre 1560 y 1591, por el desarrollo de los cultivos con que se aprovisionaban a Potosí y su Cerro Rico. Es una fase de colonización más estable, basada en el cultivo de la vid, el que marcaría la economía de los oasis de Pica y Matilla, incorporándolos como centro de aprovisionamiento en los circuitos económicos comerciales coloniales. De esta fase surgen los primeros hacendados, que se consolidan con derechos de tierras y aguas en Pica-Matilla y Quisma. 

En este oasis se concentró la mayor cantidad de población hispana. Es en Matilla donde se forma la primera aldea europea en la zona, en base a su excepcional clima y propensión para el cultivo de la vid. De las dos familias fundacionales (por ser las primeras en establecerse, pero no en fundarla), fueron las de Damián de Morales Usabal y de Pedro Fontanar, residentes en 1589. La población aumenta y se pasa a 15 familias alrededor de 1651, identificándose a sus habitantes como “los hacendados de Matilla”, quienes introducen el cultivo de la vid y construyen el primer oratorio. 

PICA chacra

Una escena de una chacra de Pica, hace algunos años.

Nuevo Auge de Huantajaya. Otra fase de bonanza comienza a desarrollarse desde 1670, cuando Juan de Loayza, guiado por el indígena Domingo Quitina, redescubre el mineral de plata de Huantajaya. El oasis se transforma en un centro de aprovisionamiento, en que las familias que pasan a dominar la explotación de la plata se vinculan a Pica, lugar donde tienen sus residencias. Símbolo de estatus de la época fueron tener una faena minera en Huantajaya; poseer tierras y buitrones en La Tirana, tener esclavos negros y; residir en fincas de los poblados de Pica o Matilla.

La economía regional se concentra en este período en proveer al centro minero de Huantajaya e inclusive al mismo Potosí. De este modo la producción agrícola de los valles y oasis se dirige a ambos mercados, incluyendo la producción de vinos que se obtenían en los lagares, donde el principal productor fue Basilio de la Fuente. En tanto la mayoría de los valles se transformaron en proveedores de forraje para los mulares.

EL SALITRE

Fase del Salitre. Las exportaciones de salitre, desde 1830, traerían nuevas oportunidades y roles a Pica. Fue muy importante el impulso de los hacendados que se transformaron en salitreros-agricultores, teniendo sus estacas y alguna oficina de “Parada” o de “Máquina” o “Shanks” según el período. Ya en 1850, la Pampa, y por extensión el oasis, estaban convulsionados por esta fiebre del Oro Blanco. Las viñas fueron complementadas con frutales, sobre todo cítricos, dirigiéndose tanto vinos, como frutos y alfajores a las oficinas salitreras, las que además requerían mantener la inmensa cantidad de mulares, hasta 1871 que se inaugura el primer ferrocarril salitrero.

El oasis se convirtió en un importante lugar de descanso y un punto de aprovisionamiento hacia el cual convergían las caravanas en busca de la preciada carga. De esta época son la re-construcción de la iglesia, muchas de las viviendas y locales de comercio y el primer municipio (1877). 

La Guerra del Pacífico. A mediados de 1879, las fuerzas peruanas y bolivianas estaban acantonadas en La Noria y en Pozo de Almonte, en el lado occidental del entonces Distrito de Pica. Con la excepción de la Batalla de Tarapacá, el 27 de noviembre de ese mismo año, las operaciones bélicas no llegan hasta los sectores sub-andinos. Las poblaciones de Pica y Matilla, que debían bordear los 807 habitantes (1876), no quedaron alejadas de las actividades militares, ya que una fuerza boliviana se acantona en la Quebrada de Huatacondo, originándose un tránsito constante desde Matilla, conduciendo víveres y animales de carga. 

El 2 de noviembre, las fuerzas chilenas desembarcan en Pisagua, para en menos de un mes, concluir la Campaña de Tarapacá, produciéndose la ocupación de todo el departamento. Hacia finales del mismo año, 1879, un escuadrón de caballería ocupa los oasis de Pica y Matilla. El 15 de abril de 1880, se decreta el ordenamiento territorial de Tarapacá, en que Pica se constituye en la Sexta Subdelegación, comprendiendo desde Pozo Almonte, siguiendo el camino de Pica por el norte, hasta la Quebrada de Huatacondo por el sur, con los distritos de Canchones, Matilla, Pica y Huatacondo.

Pica vinos


Auge de Vinos y Frutos: la 

producción de 25 mil botijas 

Desde finales del siglo XVI se había introducido el cultivo de la vid, además de otras especies. La fisonomía de los pueblos no se definía aún y sus habitantes residían en sus fincas. En 1884, el oasis sumaba una población de 2.500 habitantes. Matilla, siempre una población más pequeña, contaba con su iglesia, la que era viceparroquia de Pica. En sus chacras se producían alfalfa y maíz; pero lo principal de su agricultura estaba en sus viñedos regados por agua de socavones, y por pequeñas vertientes del valle de Quisma.

William Bollaert, inglés que recorre y describe el territorio tarapaqueño, viaja a Pica desde 1825 y refrenda esta variedad agro-frutícola, reseñando a los Limones de Pica como “pequeños pero muy ácidos”, por lo que la producción de la especie se hallaba desarrollada en esos años. Don Enrique Medina Luza, señaló que el primer mango aparece indicado en un litigio entre los Lecaros y los Luza, en que se indica la existencia de un árbol de esta especie, cuando corría el año 1885. Supone que para ser contabilizado debía estar produciendo, por lo que su introducción habría comenzado unos 15 a 20 años antes.

Guillermo Billinghurst confirma que los cultivos de la vid comienzan a fines del siglo XVI, con todo el beneplácito de la entonces limitante Corona. De hecho, por Real Orden del 19 de octubre de 1591, dirigida al Virrey Hurtado de Mendoza, en que le anima a que se pueble entre Charcas y Atacama, prometiéndole premios y les señale que hay comercio seguro porque “la tierra es buena para viñas y la gente las podría y viviría allí de buena gana...”.

Sobre la producción de vinos, Bermúdez Miral, en base a varios autores, señala que la producción en el siglo XVIII era de 15 mil botijas anuales (cada botija equivalía a 25 litros). El mismo historiador recalca los fuertes lazos comerciales de Pica y Potosí y cómo muchos de los acaudalados mineros del Alto Perú adquieren derechos de tierras y aguas en el Oasis y, “fundaron pequeñas haciendas con habitaciones lujosamente equipadas”.

La producción de vinos hacia 1883, era la siguiente: Pica, teniendo como principales centros productores a las Fincas de Juan M. Loayza, de Cumiña, de Ignacio Almonte, de S. Bermúdez y Domingo Lecaros, llegaba a las 2.900 botijas; Matilla, donde descollaban los Sres. Loyza y Zavala, alcanzaba las 1.100 botijas; finalmente Quisma, entre otros con los Sres. Quisucala, Pino, Segalan, Morales y Vicentelo totalizaba 1.100 botijas. 

Por lo tanto, la producción del oasis llegaba a las 5.000 botijas (Modesto Basadre, 1884, quien lo referencia como término medio de 5 años). Según el mismo Enrique Medina, la producción se continúa en el siglo XX. Los Vinos Medina Hermanos, con viñedos en Matilla, son premiados en la exposición mundial de Sevilla de 1903 con Medalla de Oro. Igual ocurre en la Exposición Mundial de La Serena, en 1929.  El reconocimiento es postrimero, ya que en 1930 se produce la crisis salitrera, lo cual remata, junto a los impuestos que se aplican, a esta actividad que ya se había visto afectada por la problemática del agua.

(*) Historiador y escritor iquiqueño. Para saber más, pueden adquirir el libro del autor: Rastros del Oasis de Tika y Matilla.

 

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