Historia de la agricultura y algunas miradas alternativas para una práctica respetuosa

Hace unos 12,000 años, las personas vivían principalmente de la recolección de vegetales y complementaban su alimentación con la caza y la pesca, si tenían acceso a ella. El nacimiento de la agricultura, tradicionalmente definida como la cría de ganado y producción de alimentos, ocurrió a medida que el ser humano inició el proceso de domesticación de animales, a través del pastoreo y el cultivo de las especies vegetales silvestres que servían para el consumo humano. Así, se creó la posibilidad de establecer asentamientos humanos y comenzar con el proceso de arraigo geográfico de pequeñas comunidades.

Memoria 25/10/2023 Paula Rosales (*)
Agricultura 1
La idea de la agricultura moderna es caminar hacia la sostenibilidad, basándose en el respeto por la naturaleza.

El desarrollo de la sociedad tuvo como embrión la observación y el entendimiento de patrones naturales. Grupos humanos aprendieron a trabajar en colaboración con los sistemas naturales y de este modo tornaron la tierra productiva. Fue creado así un lazo importante entre el alimento y su producción y comenzaron a desarrollarse conocimientos e instrumentos para lograr la obtención de comida de manera más efectiva. En este sentido, se inventaron importantes sistemas de regadío y fueron descubiertas las influencias cósmicas en el desarrollo de los cultivos.

Las pequeñas comunidades pudieron asentarse y comenzar a crecer. Sin embargo, existían ciertas inestabilidades en torno a la producción. En momentos de lluvias excesivas, sequías prolongadas o de ataques de plagas a los cultivos, entre otros sucesos, se hacía más difícil la movilidad de los asentamientos que permitiría garantizar la sobrevivencia. Por esto, el sistema de intercambio entre pequeños asentamientos humanos, basado en valores de cooperación y solidaridad, fue fundamental para garantizar la diversidad alimentaria.

Sin embargo, muchos siglos más adelante, con la llegada de la industrialización de la agricultura (la llamada Revolución Verde de los años 1960-1980), la íntima conexión del ser humano con la Naturaleza que perduró por milenios se fue debilitando. De la mano de las maquinarias, el manejo genético de semillas, los sistemas de monocultivo y el uso de agroquímicos en grandes extensiones de terreno, esa capacidad de autonomía productiva, entendimiento, respeto y conexión con la tierra se comenzó a desvalorizar y fue aplacada en su gran mayoría, salvo en territorios donde grupos de resistencia de indígenas y campesinos lucharon y aún hoy continúan en lucha por conservar su cultura.

La agricultura que logró ser capturada por la industria, pasó a tener como foco exclusivo la productividad y rentabilidad, con un modelo de producción que comienza en los campos de petróleo, continúa en las minas, pasa por las refinerías, la siderurgia, las plantas de aluminio, la industria química, las maquinarias, embalajes, sistemas de transporte y luego supermercados. Aquí, la naturaleza es vista como un instrumento económico productor de recursos.

Agricultura 2
Producir alimentos más ecológicos ha despertado el interés por el autocultivo, como está ocurriendo en muchos lugares del país.

La ganancia e injusticia socioambiental que conlleva la acumulación de bienes de unos pocos en función de la sobreexplotación de muchos y de la naturaleza, fueron normalizadas como necesarias en función del “desenvolvimiento y el progreso”, basándose inclusive en el argumento de tener una garantía de recursos alimentarios frente al crecimiento poblacional. Las consecuencias no demoraron en hacerse visibles: enormes impactos socioambientales como la deforestación, el alto consumo de recursos energéticos no renovables, la pérdida de biodiversidad, la contaminación de suelos y fuentes de agua y la producción de alimentos nutricionalmente empobrecidos y contaminados han generado una realidad que evidencia el debilitamiento dramático de la relación del ser humano con la Naturaleza. Frente a este panorama, urge hoy en día construir caminos alternativos para superar esta alarmante situación generada por la agricultura industrial.

Al día de hoy, existen una serie de propuestas desarrolladas por diferentes agrupaciones que han adoptado nombres como agroecología, agricultura orgánica, permacultura, agricultura regenerativa, agricultura sintrópica, agroforesta, agricultura biodinámica y agricultura natural, dentro de las más conocidas. Son nombres que, a pesar de enmarcar ciertas diferencias, tienen un factor común: caminar hacia la sostenibilidad basándose en el respeto por la naturaleza; incluyendo al ser humano como parte de ésta. Son miradas que se orientan a producir alimentos más ecológicos y que también han despertado el interés por traerlas a las ciudades y dar paso a lo que se llama autocultivo, huertas urbanas o agricultura urbana.

(*) El artículo completo fue publicado por www.endemico.org


Agricultura orgánica y

su necesaria certificación

Lo que hoy se denomina agricultura orgánica era practicada desde hace siglos por aborígenes del mundo entero que tenían un sistema de producción basado en el uso de sus propios insumos de origen vegetal y/o animal, y en prácticas como la rotación de cultivos, uso de plantas asociadas, abonos verdes, coberturas de suelos y descanso de la tierra. Las semillas eran seleccionadas según lo mejor de cada producción, la energía era suplida por animales de carga y tracción, y se usaban los molinos de viento o agua como fuente energética. La producción agrícola en su mayoría era consumida a nivel familiar o entregada en las manos a otro consumidor.

Si bien la agricultura orgánica original se conserva como práctica en muchas partes del planeta, hoy en día su nombre hace referencia a un sistema productivo que ha ido evolucionando con la combinación de prácticas tradicionales y el uso de tecnologías modernas, ligado a certificaciones y sellos de garantía. En los países asociados al mercado orgánico, para que un producto pueda ser llamado como tal debe estar avalado por algún sistema de certificación que acredite que aquel producto cumple con la condición de orgánico. El Sistema General es a través de entidades certificadoras. Por ejemplo; NOP (National Organic Program) para Estados Unidos, JAS para Japón, COR (Canadian Organic Regimen) para Canadá, Orgánico SAG para Chile, entre otras—, y tendrá costos significativos para el productor, debido a que serán diferentes las exigencias en términos de procesos productivos, así como de la utilización de los productos permitidos según la normativa y la empresa certificadora que esté entregando el sello. Este tipo de certificaciones está, a su vez, estrechamente ligada a la industria de insumos orgánicos de alto costo para el productor.

Se ha ido creando así un mercado de productos orgánicos certificados que —si bien constituye un real aporte frente a la agricultura convencional dado su reducido impacto ambiental y la posibilidad de acceso a productos más saludables— tiene un mayor costo productivo (específicamente por la certificación y la exigencia en la compra de insumos autorizados), lo que genera un modo elitista de producción y consumo.

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