La pesca y la caza marina en el desierto de Atacama: Luces conceptuales desde los documentos escritos (siglos XVI-XIX)

El ser humano establece relaciones con los animales marinos de múltiples formas, y una de ellas es a través de su captura. En este artículo discutimos las constantes confusiones que se generan en la definición de las categorías de captura marina, especialmente de pesca, caza y recolección, y proponemos una clasificación que considera la captura como una relación interespecie entre humano y animal, atendiendo las múltiples perspectivas y agentes involucrados.

Memoria 25/03/2024 Benjamín Ballester (*)
Pesca 1

Desde los documentos más tempranos (mediados del siglo XVI) hasta los más tardíos que utilizamos (segunda mitad del siglo XIX), se desprende que los grupos litorales crearon múltiples formas para relacionarse con los animales marinos en su captura. Estas relaciones fueron posibles gracias a distintos tipos de mediadores técnicos, algunos de ellos aparatos y dispositivos creados por la misma sociedad litoral para establecer esta relación. Sin lugar a dudas, el más importante fue la balsa de cuero de lobo marino (figura 1), descrita por casi todos los cronistas, viajeros y eclesiásticos que tuvieron contacto con estos grupos, pero también lo fueron sus anzuelos, espineles, arpones y poteras. 

Pesca 5Figura 1: La balsa de cuero de lobo marino fue descrita por casi todos los cronistas, lo que evidencia la sorpresa que significaba su presencia.

Junto a lo material estaban los gestos, movimientos, tratos, ritmos y conocimientos que acompañaban y hacían posibles cada una de las distintas formas de relaciones entre humanos y animales, técnicas tan necesarias como aquellas artefactuales. Ya en los relatos más tempranos se aprecia un amplio conocimiento sobre las especies marinas representadas en un bestiario diverso y heterogéneo, expresado en apelativos y nombres distintivos para cada especie. 

CONGRIO

Sin lugar a duda, el más recurrente en los relatos es el congrio, protagonista indiscutido en los guiones de pesca. Del mundo de los peces le siguen el tollo, el atún y la albacora, exponentes del grupo de los animales de mayor talla. De los mamíferos, el más importante es el lobo marino, una suerte de quimera que vive parte de su vida en tierra y parte en el mar volviéndolo único entre sus pares del bestiario. Esta dualidad permite a los humanos relacionarse con él en la captura de dos formas distintas, en tierra y en mar, a pie o en balsa, con garrote o arpón. Ante un mismo animal, el humano puede establecer dos formas de relaciones, ambas dentro de la esfera de la caza.

“El más recurrente en los relatos es el congrio, protagonista indiscutido en los guiones de pesca. Del mundo de los peces le siguen el tollo, el atún y la albacora”.

Resulta interesante que en los documentos escritos se encuentren casi completamente ausentes las referencias sobre la utilización de redes de pesca, aun cuando existe evidencia arqueológica de su uso para tiempos prehispánicos (Boisset y otros, 1969) y que la pesca por arrastre con redes se haya practicado aun en las costas de Arica entre los pescadores tradicionales en el siglo XX (Valdivia, 1974). Esta falencia bien puede deberse a sesgos de percepción y retención de los mismos cronistas o que esta técnica no fuera tan interesante para su registro como las otras, aunque su recurrencia negativa por casi cuatro siglos en múltiples fuentes más bien parece ser causa de su baja o nula utilización.

La categoría de la pesca es mencionada desde los primeros comentarios europeos; concepto que traían consigo de su experiencia personal en las pesquerías del mediterráneo y el atlántico oriental, pero también del resto del globo gracias a su cada vez más recurrentes y habituales travesías. En sus relatos junto a la pesca siempre está el anzuelo. La forma no se detalla y queda constantemente a la interpretación del lector, como si todos supiéramos cuál es su forma. Sin embargo, podemos conocerla gracias a investigaciones arqueológicas de vestigios de época de contacto hispano-indígena.

“Resulta interesante que en los documentos escritos se encuentren casi completamente ausentes las referencias sobre la utilización de redes de pesca, aun cuando existe evidencia arqueológica de su uso”.

En este ámbito son interesantes las piezas descritas y representadas por el arqueólogo norteamericano Junius Bird (1946), manufacturadas a partir de mineral de cobre en forma de U, con uno de los extremos más alargados para amarrar el sedal y otro más corto terminado en punta, siguiendo la forma tradicional de los anzuelos (figura 2). Es interesante en este sentido el comentario del sacerdote Rafael Valdivieso acerca de la predilección del cobre por sobre el fierro introducido por el mercado europeo, prefiriendo una tecnología tradicional y de raíz histórica por sobre una reinvención desde agentes externos. 

SIN BALSAS

Se implementaron dos formas generales de relación entre humanos y animales marinos a través de la pesca. Por un lado, la pesca individual en la que el humano portaba la línea en la mano lanzando el anzuelo con carnada hacia el mar, sea desde la playa o en roqueríos, según los documentos escritos sin utilización de balsas, siendo una actividad más bien de orilla. Esta técnica implica movimientos constantes del agente pescador, ires y venires sin perder la sensibilidad sobre el sedal, ya que será esta línea la que comunique cuando el pez muerda la trampa, siempre utilizando cebo de carnada, por lo general moluscos.

Pesca 3

Por el otro lado estaba la pesca colectiva, con espineles. Una tecnología aditiva que reunía a veces cientos de anzuelos en un mismo aparejo que, con el uso de balsas, se colocaba en puntos específicos del mar por un período largo, a veces una noche completa. Aquí el tiempo del guion es fundamental y los actores se desenvuelven en distintos momentos de la secuencia. Primero, el pescador que realiza todo el proceso de arreglar cualquier desperfecto del dispositivo, ordenarlo, cargarlo a la balsa, salir a la mar, buscar el lugar adecuado, ponerlo bien sujeto a las boyas y con sus lastres. Instalada la trampa se retira hacia su caleta, para que el conjunto de actores entre en escena, esta vez sin consciencia de ello, sin saberlo. 

ESPINELES

En los espineles, la pesca funciona por probabilidades. Como nos relataba Rafael Valdivieso, de 700 u 800 anzuelos si la mitad lograban atrapar algo ya era buena pesca. Es además de baja selección, ya que puede pescar cualquier pez, limitado por la relación de tamaños entre el anzuelo y su hocico, como del paladar del pez respecto de la carnada. Es una apuesta que hace el pescador. En la pesca individual con sedal en mano se va por uno, siempre por uno. Sacado a tierra se va por el siguiente. Ambas técnicas funcionan también en ambientes relativamente disímiles. Una a la orilla, sea de playa o en las rocas, la otra en el mar. Entre ambas varían las profundidades en juego, o lo que Agustín Llagostera (1982) ha denominado la dimensión batitudinal. En la rompiente de la ola habitan especies en general algo diferentes a aquellas de mar abierto; así también varían entre la orilla de playa arenosa de los escarpados roqueríos. Es por esto que las variables posición y emplazamiento son fundamentales en la pesca, tanto de sedal como de espinel, ya que en parte limitan el rango de especies que se busca atrapar. Según la locación y, por tanto, el abanico de animales posibles, también varía el tipo de cebo empleado.

Pesca 4

Dentro de la esfera de la caza, pero emparentado en diseño con el anzuelo, se haya la potera (figura 2). Como dijimos, parientes en forma, pero distantes en acción. La técnica de la potera es un tipo de caza por arrastre, no de persecución. Tampoco captura por trampa, sino por sorpresa. Uno de los agentes es consciente y activo; el otro deambula en su ambiente natural inconsciente de su participación en la escena hasta el momento de ser atravesado por una púa a alta velocidad.

AnzuelosFigura 2: Piezas arqueológicas de época recuperadas por el arqueólogo norteamericano Junius Bird (1946) en la costa del desierto de Atacama.

La relación de los agentes es disímil en este sentido, pero también en sus proporciones: un humano versus un cardumen. La potera siempre se usa sobre colectivos para aumentar la posibilidad de captura por arrastre, apostando al azar. Se arroja como proyectil a lo lejos para luego recogerse rápidamente: un ritmo particular de la acción humana. Como en la pesca, los animales están invisibilizados por la masa de agua, pero revolotean de tal manera en cardumen que el humano conoce su posición, muchas veces ayudado por aves marinas que cazan también junto a la superficie.


La caza en alta mar, 

en balsa y con arpones

La caza en alta mar con arpones es singular. A diferencia de la pesca, necesariamente implica la vistosidad del animal para poder clavarle el arpón, sea de forma directa o lanzado. Dentro del bestiario destaca un universo limitado de animales, aquellos que por alguna razón asoman parte de su cuerpo a la superficie, como albacoras, atunes, tiburones, tortugas, cetáceos y lobos marinos, haciéndolos visibles a la distancia. El caso de las albacoras es clásico, ya que siempre exhibe sus aletas dorsal y caudal fuera del agua cuando está cazando: el principal rasgo visual que buscan los humanos cuando salen de caza para identificarla y seguirla (Farrington, 1953; Marron, 1954).

El agente cazador actúa en una secuencia de buscar, identificar y seguir, guiando la embarcación hacia el animal, necesariamente leyendo sus movimientos para de vez en cuando adelantarse en su posición futura. Hay persecución, ataque, enfrentamiento, defensa y en ciertas ocasiones contraataque. Si se logra clavar al animal comienza un prolongado vaivén de tirar y alojar, dar soga y recoger, una contienda destinada a cansar al animal. Éste es el clímax de la escena entre ambos agentes. En conjunto se trata de dos agentes activos ubicados en posiciones disímiles y contrapuestas en el guion, ocupando roles antagónicos.

(*) Capítulo sobre la pesca y la caza marina en las comunidades litorales entre los siglos XVI y XIX. Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne, Francia.

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