La época de Matías González de Cossio: minas, oficinas y sociedad en Tarapacá colonial (parte 3)

El caso de Matías González de Cossio, motivó al autor de este artículo al estudio de la minería preindustrial en Tarapacá como un proceso histórico, económico y social, único a lo largo de ambos siglos. Hubo notables personajes en el antiguo Tarapacá, no solo élites, también trabajadores subalternos, peritos mineros, rebeldes y exploradores del desierto. Aquí la tercera entrega y final de esta interesante historia.

Memoria 21/05/2024 Damián Lo (*)
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Juan Mariano Cossio Galtier, presidente de la Corte Suprema del Perú.

La era del beneficio minero en la quebrada de Tarapacá llegó a su fin en la misma medida que el agotamiento de los depósitos minerales de buena ley y fácil acceso hacía cada vez más caro y difícil el trabajo en las minas tarapaqueñas. En 1798, Antonio Orosco hizo llegar al Real Tribunal de Minería, institución que representaba al gremio minero ante el virrey del Perú, una solicitud para obtener reconocimiento y privilegios tributarios en premio al supuesto descubrimiento de un método nuevo de beneficiar plata. Se justificaba así: 

 Como se han experimentado escases y pobreza en las minas que se han trabajado en estos últimos tiempos, se aplicaron las gentes al recojo de llampos[1] en los desmontes de Huantajaya, y como su ley es corta y estaban persuadidos que en el beneficio común no se costeaban formaron oficinas en la Pampa del Tamarugal por cocimiento a fuego en los fondos de cobre que a este fin se fabricaron, retirándose las gentes a aquellos desiertos, dejaron este pueblo en el desamparo que se ha notado y cerradas casi todas las oficinas que antes estaban en corriente.

Hacia fines del siglo XVIII e inicios del XIX predominaba el trabajo informal de aprovechar los restos de las grandes operaciones mineras del pasado. En la quebrada se trabajaba en base al método original de Medina. En cambio, en el Tamarugal se empleaba la variación del método patentado por Alonso de Barba que, según lo señalado, facilitaba el beneficio de los desechos mineros de poco valor. Esta innovación correspondía a las necesidades de un creciente sector de mineros desprovistos de capitales suficientes para la costosa búsqueda de vetas en las profundidades, agotados a fines del siglo los ricos yacimientos cercanos a la superficie. La diputación de minería, el gremio corporativo de los mineros tarapaqueños, solicitó un informe del método al perito de beneficio de la diputación, Matías González de Cossio, quien declaró en favor de Orosco. Ambos beneficiadores estaban decididos a no ceder el lugar de la quebrada a la emergente Pampa del Tamarugal. 

La era del beneficio minero en la quebrada de Tarapacá llegó a su fin en la misma medida que el agotamiento de los depósitos minerales de buena ley y fácil acceso hacía cada vez más caro y difícil el trabajo en las minas tarapaqueñas.

LA DECADENCIA

El rol de la quebrada como centro de beneficio minero estaba en plena decadencia hacia el cambio de siglo según las cifras de las visitas de minas 1800-1808. Las visitas eran exámenes periódicos del estado de la minería en cada provincia a cargo de las autoridades políticas y representantes del gremio minero.  En el año 1800 operaban dos del total de veinte oficinas que funcionaron en la quebrada de Tarapacá. Hacia 1808 solo una. En relación al total aproximado de marcos de plata producidos en las oficinas de la provincia, la quebrada produjo con un exiguo 23,18% del total[2]. Esta cifra se derrumbó hacia 1808 registrando un ínfimo 12,52 % del total aproximado de 23.549 marcos producidos en Tarapacá[3].  

TC3 2Ruinas coloniales, San Lorenzo, colección del Archivo Histórico del Museo Regional de Iquique.

Finalmente, la Pampa del Tamarugal, más cercana a las minas y que ofertaba diversidad de servicios como la provisión de pólvora y salitre, relevó a la quebrada en términos históricos. San Lorenzo perduró como capital de Tarapacá hasta un lejano 1875, en tiempos republicanos, cuando se ratificó Iquique como nueva capital. El traslado de trabajadores, capitales y medios de producción a la pampa a fines del siglo XVIII fue la antesala de un proceso de reconfiguración económica, demográfica y espacial del territorio. La pérdida de la importancia económica de la capital y sus inmediaciones fue simultánea a la emergencia de nuevos polos de influencia en el territorio. 

La Pampa del Tamarugal, más cercana a las minas y que ofertaba diversidad de servicios como la provisión de pólvora y salitre, relevó a la quebrada en términos históricos. San Lorenzo perduró como capital de Tarapacá hasta un lejano 1875.

El 7 de julio de 1813 falleció Matías González de Cossio en la quiebra y cargado de deudas. Su patrimonio fue tasado y rematado por quince acreedores. Los bienes tasados en 41,996 pesos y cuatro y medio reales debían responder a una deuda de 35.424 pesos y cuatro reales, dejando 6.574 pesos para sus tres hijos y herederos. En su testamento, Cossio repudió a su mujer Manuela Galtier Westwissen. Al parecer esta abandonó al susodicho por un amorío con el gobernador del partido, Tomás Antonio O’Phelan. Cossio interpuso una querella por adulterio contra O’Phelan ante el gobierno en Lima hacia 1807 y le acusó de “haber mancillado su honor”. La familia desapareció de Tarapacá y de sus tres hijos solo tenemos información de Juan Mariano Cossio Galtier, criado en Arequipa, destacado abogado y presidente de la Corte Suprema del Perú en varias oportunidades entre 1859-1873.  

VIVIR DE LA CARIDAD

La familia de Pedro, portadores afrodescendientes del apellido Cossio, sufrió la mendicidad y el abandono por parte de los codiciosos albaceas que administraron el patrimonio en litigio. Fueron enviados a Tacna para ser vendidos en 1814. Al estallar las insurrecciones independentistas, debieron ser devueltos a Tarapacá a medio camino. Hacia 1816 vivían de la caridad de los vecinos de San Lorenzo, sin poder abandonar el pueblo por su condición de bienes litigiosos. Sus cartas implorando sustento y reclamando la supuesta libertad de su hija menor son un triste testimonio de la esclavitud que afectó a la población afrotarapaqueña. Los bienes de Cossio fueron adquiridos vía remate por personajes que serían protagonistas de la historia salitrera al emerger la República peruana, demostrando una continuidad evidente en la historia minera regional.

Al alero de estos personajes se formaron técnicos aprendices y mineros modestos, muchos de origen mestizo, que continuaron la exploración del desierto, trabajando el salitre con las mismas relaciones sociales y medios de trabajo del pasado, pero bajo la bandera de la peruanidad.

El caso de Cossio, sus operaciones y bienes ha sido uno de los principales antecedentes que nos llevó al estudio de la minería preindustrial en Tarapacá como un proceso histórico, económico y social, único a lo largo de ambos siglos. Hubo notables personajes en el antiguo Tarapacá, no solo élites, también trabajadores subalternos, peritos mineros, rebeldes y exploradores del desierto. Muchos fueron excluidos de crónicas y memorias relativas al territorio a partir del implacable olvido que recae sobre los derrotados de la historia tras los grandes cambios políticos. Cossio, pese a sus polémicos orígenes, fue el líder de un sector de mineros y beneficiadores mineros identificados con la hispanidad y la monarquía. Fueron fundadores de un largo legado minero pre-industrial, que hemos denominado proto-industrial porque sus valiosos aportes históricos fueron fundacionales de procesos económicos y sociales que facilitaron con el tiempo la industrialización. Perdieron su hegemonía sobre el territorio y desapareció su recuerdo en la medida que caía en el olvido la larga historia minera asociada al colonialismo español. Al alero de estos personajes se formaron técnicos aprendices y mineros modestos, muchos de origen mestizo, que continuaron la exploración del desierto, trabajando el salitre con las mismas relaciones sociales y medios de trabajo del pasado, pero bajo la bandera de la peruanidad.  Finalmente, la memoria regional construida después de la chilenización promovió la imagen histórica de un Tarapacá blanco, chileno e iluminado por la presencia civilizatoria de ingleses y alemanes, relegando al olvido esta etapa fundacional del Tarapacá moderno.

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Mujer negra cargando comida por Francisco Fierro, Perú, inicios siglo XIX.
 
[1] Restos de mineral de poco valor que quedan en minas abandonadas o en desmontes, tierras extraídas al abrir un pique minero. 
[2] Estos cálculos son aproximaciones verosímiles en tanto hemos omitido las fragmentarias onzas por la dificultad de calcular dicho adicional en sistema métrico decimal y la poca relevancia que suponen las onzas y fracciones de onzas sobre la cifra total aproximada.
[3] Los datos referentes a 1808 figuran en un artículo sin publicar amablemente facilitado por sus autores, Mg. Paulo Lanas Castillo y Dr. Alberto Díaz Araya.

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