Extraordinario hallazgo científico: Las mil y una huellas del PARQUE JURÁSICO DE HUATACONDO

Cada cierto tiempo los científicos agregan nuevos conocimientos al extenso registro patrimonial de Tarapacá. En esta oportunidad se trata del mayor hallazgo de huellas de dinosaurios de Chile y uno de los más grandes de América Latina. Un verdadero tesoro que recién muestra sus primeras piezas y que podría, incluso, seguir deparando sorpresas a futuro.

Arquitectura y Patrimonio 03/10/2022 Reinaldo Berríos González Reinaldo Berríos González
Parque Jurásico de Huatacondo 1
El científico Christian Salazar indica la presencia de una de las mil huellas halladas en Huatacondo.

Fotos: Gentileza de Christian Salazar/Mauricio Hidalgo

Era un secreto a voces: en las cercanías de la localidad de Huatacondo, ubicada a 222 kilómetros al sur este de Iquique, se habían detectado huellas de dinosaurios desde hacía varios años. “El sitio lo descubrí en los primeros años de la década del noventa”, nos cuenta Mauricio Hidalgo, residente del poblado. “Pero ahora, con las vistas que logré con un dron, esto pasó a ser un hallazgo sin precedentes”, agrega.

Se trata de un sitio paleontológico de alrededor de 40 kilómetros cuadrados, en los alrededores del pueblo, donde encontraron infinidad de huellas de dinosaurios. “Fue algo realmente inédito en mi experiencia profesional, increíble. En 10 días encontramos más de mil huellas. En este caso específico, teníamos antecedentes y, a través de mi colega Mario Suárez, quien recibió información de Mauricio Hidalgo, emprendimos la búsqueda”, nos relata Christian Salazar, director de la Escuela de Geología de la Universidad Mayor y miembro de la expedición.

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“Nosotros partimos de la base, que son los estudios geológicos previos; desde tiempos pretéritos, desde hace más de un siglo, existen documentaciones geológicas. Desde Darwin en adelante hay antecedentes en Chile de huellas de dinosaurios. La historia natural de Claudio Gay. Son esos primeros estudios los que van abriendo las nuevas ventanas y esos antecedentes previos se utilizan para estas campañas exploratorias. Efectivamente teníamos antecedentes de Chacarillas y también de otros dos sitios, más al sur de Huatacondo (que todavía no exploramos)... y, en este caso, se suman dos factores: la comunidad, que son quienes conocen el territorio y los que aportan los antecedentes previos al trabajo en terreno”, señala Christian Salazar.

“Efectivamente, teníamos antecedentes de un par de decenas de huellas.Fuimos al lugar y comenzamos a explorar; estuvimos entre el 23 de mayo y el 3 de junio pasado. Y claro, frente a un ojo más experto, más desarrollado, se comienza a hacer un levantamiento. Y aquí hay algo muy relevante, porque se viene una campaña de prospección y exploración. Descubrimos que eran muy factibles todos los puntos y pudimos comenzar a trabajar de inmediato… nos faltaron días, nos faltaron puntos por visitar, nos faltaron lugares por levantar”. El sitio es tan interesante y tan rico en huellas que se estima un trabajo de diez años para terminar la investigación.

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DIVULGACIÓN

Mauricio Hidalgo nos cuenta que, si bien sabían de la existencia de este lugar, habían guardado celosamente la información, para evitar el eventual deterioro de un patrimonio tan importante para la comunidad Quechua de Huatacondo. “Con todo lo que había investigado -señala- había información más que suficiente y faltaba la parte técnica. Yo conocí a Mario Suárez que fue quien rescató las ballenas de Caldera, por eso me puse en contacto con él. También quise darlo a conocer por un tema de protección, para evitar que los proyectos que se están desarrollando en esta zona, lo pasen a llevar. No daba para más mantenerlo en secreto”.

Por otro lado, Christian Salazar tomó contacto con Christian Meyer, quien es una de las máximas autoridades en materia de dinosaurios en el mundo, para que participara en la expedición. “Nos conocíamos por congresos y estudios científicos previos… y él es quien ha dirigido estos grandes estudios en Bolivia que, en todo caso, son de otro período geológico, son del cretácico. Entonces comenzamos a conseguir financiamiento y decidimos ir a Huatacondo con Christian Meyer y con Mario Suárez, quien es paleontólogo; además se sumó Marko Yurac, del Consejo de Monumentos Nacionales y Javiera Méndez, memorista de la Universidad Mayor”.

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Los dinosaurios que se desplazaron por esta zona dejaron impresas sus huellas en el barro, presumiblemente de un lago o ribera de ríos. En tiempos en que Chile estaba bajo el mar.

Salazar agrega: “Durante la visita trabajamos dos zonas de levantamiento muy detalladas: un control estratigráfico de detalle, un control geológico y un control paleontológico, porque todo está en un contexto. Todos los fósiles están registrados en rocas y las rocas son las páginas de los libros del pasado, que están dispersas en la naturaleza. Y el geólogo es el que sabe leer estas hojas, que son la rocas, y ordenarlas en un libro para contar la historia. Así comenzó está aventura”.

MIL HUELLAS

“Fueron tantas las huellas que encontramos, que quedábamos saturados en el día; a veces teníamos que terminar de trabajar a las tres, cuatro de la tarde, por la cantidad de datos que teníamos. Nosotros hacemos levantamientos métricos, incluso al centímetro de cada detalle. Se evalúa, se elige qué vamos a trabajar y se hace un levantamiento completo; no es solamente aquí está la huella, la foto. Eso está en un contexto, porque uno ve la huella, pero hay que ver cómo se origina, porqué se origina, qué hacían estos organismos ahí”.

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Un miembro del equipo efectúa las mediciones de las huellas en la ladera de una de las montañas.

“En concreto -agrega el geólogo- son más de mil huellas de diferentes tallas; desde unas muy pequeñas, que indicarían la presencia de organismos pequeños o juveniles. Y  de grandes tallas, de ochenta centímetros a un metro de diámetro, huellas de saurópodos, que indicarían una altura de la pierna a la cadera de cuatro metros; esto quiere decir que hasta el cuello, estarían llegando a alturas de ocho a diez metros. Y de largo, más de diez metros. Hay cuatro morfotipos, morfologías particulares, que fueron producidas (hasta ahora) por dos grandes grupos, tanto terópodos como saurópodos. Son huellas en rocas de entre 160 y 140 millones de años, asignadas al final del Jurásico. Estamos en un parque jurásico de huellas de dinosaurios. Las mil y una huellas del Parque Jurásico de Huatacondo”.

GRAN TAREA

“Tuvimos que analizar si era una zona de tránsito, una zona de vida, una estación en la cual se desenvolvían. Si era un lugar en el que se quedaban algunas semanas. En qué período en particular quedaban registradas esas huellas; si era en un período húmedo, primaveral, y tuvimos ya ciertas conclusiones preliminares de terreno, y estamos en pleno desarrollo de un primer artículo, para concretarlo formalmente… realmente era algo inesperado y fantástico; al menos en mi experiencia. He estado en otros lugares con hallazgos impresionantes, pero cada vez que tengo un hallazgo, éste supera al anterior. Y esta campaña superó a todas las anteriores que he tenido; también para los otros miembros del equipo y también para Chile, porque hoy día este es el mejor lugar de huellas de dinosaurios de Chile; de seguro uno de los mejores de latinoamérica y uno de los mejores del mundo”, señaló Salazar.

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En muchos de los sitios investigados hay decenas de huellas impresas en los cerros.


Visión de futuro: ¿nuevo Patrimonio 

de la Humanidad en nuestra región?

Respecto de las potencialidades del hallazgo, más allá de su naturaleza científica, el científico señala que “el lugar físico pertenece a la comunidad Quechua de Huatacondo; es literalmente entrar a la casa de ellos y, por supuesto, hay una gestión de permitir que podamos acceder a trabajar en su casa. Además, desde el punto de vista legal, para trabajar con fósiles y hacer campañas paleontológicas, se debe sacar un permiso. Dado eso pudimos acceder y comenzar las campañas”. 

“Ahora, hemos hablado de la paleontología y si bien esto está contenido en roca, hay que hacer otros tipos de análisis: química de la roca, física de la roca, para entender en el contexto en el que se desarrolló y en qué condiciones. Cómo se generó, cómo se rellenó; no es solamente hacer un catastro de huellas, sino también el ambiente en que se estaba desarrollando y las condiciones que tenía el lugar o el área donde quedaron registradas”.

“Aquí hay un gran potencial. Nosotros, como equipo investigador, tenemos un gran desafío, que es darle el valor científico al sitio. Y esto se valida mediante las publicaciones en donde se da a conocer ese valor científico, tanto para el país como para el resto del orbe; en este caso sobre la evolución de la paleodiversidad de final del Jurásico y cómo evolucionó esto; como era el momento de vida. Y desde el punto de vista científico, cómo ocurrieron los procesos en el pasado y como están ocurriendo en el presente y, eventualmente, ocurrirán en el futuro. Frente, por ejemplo, al cambio climático, al calentamiento global”.

“Después viene una segunda etapa de la puesta en valor. Este es un trabajo también muy grande y muy importante, en donde las figuras legales que existen en Chile, nos permitirían declarar el lugar como santuario de la naturaleza, es decir, un terreno protegido. Y, más aún, podría postularse a un sitio patrimonio de la Unesco. El desafío, por ejemplo, es hacer un parque In situ, paleontológico”.

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