ARTE RUPESTRE: técnicas, estilos y primeras evidencias

En épocas en que no existían los periódicos, celulares ni internet, la necesidad de transmitir información, ideas, conocimiento y prácticas, como parte de un contexto cultural específico, recayó en el arte rupestre, una inigualable manifestación simbólica y el medio de comunicación más antiguo de la humanidad.

Arquitectura y Patrimonio 08/09/2020 Fundación Desierto de Atacama
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Figuras de la serie Taira Tulán en el sitio El Pedregal, río Caspana (Arte Rupestre en los Andes de Capricornio, Museo Chileno de Arte Precolombino).

A lo largo del tiempo, el hombre ha dejado impresos sobre las rocas o la superficie terrestre pinturas, grabados y geoglifos, conocidos como Arte Rupestre. Estas representaciones artísticas están vinculadas a sistemas económicos, sociales, religiosos y geográficos, y se desarrollaron a través de cuatro técnicas: los petroglifos, grabado que se consigue por el raspado sobre una roca; las pinturas o pictografías, también en la misma superficie, con pigmentos de color negro, amarillo, verde u óxido de cobre; los pictograbados, mezcla entre grabados y pinturas y, finalmente, los geoglifos, grandes dibujos realizados en la superficie de la tierra.

El Salar de Atacama y las cuencas del río Loa se convirtieron en verdaderos telares de artistas de distintas sociedades que plasmaron sus mensajes a lo largo de los siglos. Las primeras evidencias de arte rupestre en la zona datan del Periodo Arcaico Tardío (3000-1500 AC), donde se desarrolló el estilo Kalina-Puripica, el cual mediante la técnica del petroglifo representó a pequeños camélidos de dos patas y cabeza triangular. En varios de sus paneles es posible observar camélidos con fetos en el vientre, algunos con la cabeza vuelta hacia atrás, un gesto típico de estos animales en el momento del parto. Los emisores de estos mensajes fueron cazadores recolectores en inicio del proceso de domesticación de camélidos. Este estilo se ha reportado en el sector de Puripica y Alto Loa.

En el periodo Formativo Temprano, entre el 1500-1 AC. se sitúa el estilo Taira-Tulán. Realizado con la técnica del pictograbado, se destaca por la representación de camélidos de perfil, con sus cuatros extremidades, de forma naturalista, con efectos de transparencia y yuxtaposición de figuras, las que asemejan a una manada, idea que expresaría el deseo de los pastores de la multiplicación del ganado. Este estilo nos permite observar las primeras imágenes de domesticación de las llamas, y a los seres humanos, representados de forma simple, se les comienza a añadir lentamente los primeros tocados. Sus artífices fueron pastores que vivían en sociedades complejas, cazaban animales salvajes, recolectaban vegetales silvestres y pastoreaban camélidos domésticos como la llama.

Cabe mencionar, que fue en el Periodo Formativo Temprano cuando surgieron las primeras evidencias de cerámica, metalurgia y textiles con decorados, bienes de enorme prestigio en los Andes y la principal fuente de identidad, riqueza y estatus en las sociedades atacameñas. En tanto, en los inicios del Periodo Formativo Tardío (0-900 DC), irrumpe en la cuenca alta del río Salado el estilo Cueva Blanca, el que sobresalió por sus representaciones pintadas, que dieron cuenta de la desaparición progresiva de los rasgos anatómicos, disminución de las figuras de camélidos y seres humanos trazados de frente, con faldellines, tocados, transparencias y en asociación a figuras más complejas como “deidades” de tipo antropomorfos híbridos. Los emisores de estos mensajes fueron agro pastores que desarrollaron contactos e intercambios a través de circuitos caravaneros de gran amplitud.

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Fotografía: Gabriel Carvajal

Durante el Periodo Intermedio Tardío (900-1450 DC) e Inka (1450-1540 DC), se constituyeron nuevos estilos de arte rupestre, conocidos como Santa Bárbara para el Alto Loa y Quebrada Seca para el Río Salado. Éstos se caracterizaron por representar figuras de camélidos generalmente grabadas, simples y realizadas mediante trazos rectilíneos. Mientras que la imagen humana, compleja por sus túnicas con diseño interior y múltiples tocados que simbolizaban las distintas agrupaciones sociales, se posicionó definitivamente, relegando a los camélidos a un lugar secundario en los paneles. Este arte rupestre fue desarrollado por una sociedad de agricultores y pastores que experimentaron turbulencias interétnicas previas a la invasión inkaica y se manifestó estratégicamente en sitios abiertos para que los viera todo aquel que pasara con sus caravanas, hecho coincidente a la época de mayor proliferación de geoglifos.

Las pinturas en el estilo Quebrada Seca, según afirma el arqueólogo especialista en arte rupestre, Francisco Gallardo, son una técnica extremadamente rara y su presencia está relacionada al Inka. Documentos coloniales señalan que éstos reclamaban para sí recursos minerales como el óxido de fierro y los derivados del cobre que provenían de pigmentos ocres, rojizos, verdes y azules. Por lo que esta técnica se ubica en yacimientos mineros explotados por el Inka o que exhiben arte rupestre preinkaico, como en Cupo y el Salado.

Finalmente, en el mismo Periodo Intermedio Tardío e Inka, pero en la cordillera de la costa, se desarrolló el arte rupestre de los Changos o poblaciones de la costa.  A través de la técnica de la pintura, este estilo se caracterizó por la representación naturalista de la fauna marina y camélidos. Las figuras son de color rojo y los seres humanos se representan de forma simple, cazando y lanzando flechas. Uno de los paneles más reconocidos de este estilo se ubica en la Quebrada El Médano, cerca de Taltal, en donde los changos pintaron sobre rocas escenas de arponeo y arrastre de animales desde balsas de cuero de lobos marinos, que sorprenden por el tamaño de las especies capturadas, la precariedad del equipo empleado y lo riesgosas de las maniobras.

Sin duda, el Salar de Atacama y las cuencas del río Loa son zonas privilegiadas al contar con distintos sitios de arte rupestre, ya que su conservación a lo largo de los siglos da cuenta de lenguajes y significados que nos acercan a nuestra historia y la compresión del pasado. Así como la radio y la televisión hoy, los distintos paneles cumplieron la función de informar y comunicar, volviéndose necesarios y esenciales para la transmisión cultural.

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Fotografía: Gabriel Carvajal

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