EL COMBATE NAVAL DE IQUIQUE y la construcción de la identidad nacional en Chile

Una lúcida interpretación del pasado común de los países sudamericanos nos habla de elites criollas que maduraron identidades nacionales e intereses propios que emergieron de forma mancomunada con motivo de la crisis del Imperio Español gatillada por la invasión de Napoleón Bonaparte a España en 1808.

Memoria 28/08/2018 Damián Lo Chávez (*)
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Una lúcida interpretación del pasado común de los países sudamericanos nos habla de elites criollas que maduraron identidades nacionales e intereses propios que emergieron de forma mancomunada con motivo de la crisis del Imperio Español gatillada por la invasión de Napoleón Bonaparte a España en 1808. Tras largos años de guerra entre los criollos patriotas y las fuerzas realistas, fueron instauradas las repúblicas americanas. Tras la guerra y en el curso de esta misma, las elites gobernantes de cada país debieron dejar atrás el sentimiento americanista que caracterizó los años de las luchas por la independencia. Dividir aguas, re-afirmar fronteras e inventar las banderas, escudos e himnos que constituirían el credo oficial de las jóvenes naciones: el patriotismo republicano en cada país. Sin embargo este proceso no fue rápido ni fácil, pues existían, en cada país, una amplia masa de sectores populares, peones, jornaleros, inquilinos, esclavos y ex esclavos que no tenían mayores lazos emocionales o ideológicos con la elite gobernante que aquellos que permitiesen el sustento y sobrevivir el día a día. El caso chileno no fue una excepción y existe una compleja historia de la construcción social de la identidad nacional caracterizada por la coacción y la guerra. Desde las independencias hasta la Guerra del Pacifico ¿Cómo se fortaleció el nacionalismo y que pervivió del americanismo? ¿En qué medida los hechos de mayo de 1879 contribuyeron a la construcción de la identidad nacional en las masas populares?

La totalidad de los relatos chilenos, especialmente de los sobrevivientes capturados tras el hundimiento de la Esmeralda, nos hablan de la generosidad de los vencedores. Todos los relatos coinciden en el hecho de que Miguel Grau dispuso a los botes salvavidas del Huáscar para rescatar a los náufragos. Respecto del cautiverio y la sepultura de Prat, Luis Uribe señala en una carta dirigida a Jacinto Chacón con fecha 23 de mayo de 1879  lo siguiente: 

“Quédele el consuelo de que lo ha muerto como un valiente, i de que las autoridades de este puerto, lo han enterrado con todos los honores que merecían su valor i su rango. (…) Yo, los oficiales sobrevivientes, en número de 50, fuimos recogidos por los botes del Huáscar, i en la actualidad estamos prisioneros en Iquique i perfectamente atendidos por las autoridades peruanas. Ellas han tenido la amabilidad de permitirnos escribir a Chile, i así librar a nuestras familias de angustias”.

“Altamirano es honesto: no necesitaba la Esmeralda a flote y a su tripulación con vida. La tragedia es útil para los objetivos políticos de la oligarquía gobernante”.

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Otras cartas entregan mayores detalles del trato dado a los prisioneros en la ciudad. El teniente Francisco Segundo Sánchez escribía a su padre, con fecha 6 de junio, señalando las comodidades recibidas por parte del General Buendía, comandante de las fuerzas peruanas en la ciudad. Zapatos, ropa interior y trajes hechos a la medida. El teniente solo manifestó el leve temor a un motín popular en contra de los prisioneros. Finalmente el teniente fue canjeado al mes siguiente. El cónsul británico en Iquique informó sobre la situación de los prisioneros a la Embajada Británica en Santiago confirmando los siguientes detalles: se le ha hecho una digna sepultura al capitán Prat, los prisioneros están muy bien alimentados y vestidos e incluso se les permitía el consumo de alcohol y cigarrillos. No todo podía ser tan caballeresco y el parte dado por el diario El Comercio de Iquique el 22 de mayo, informó al público de un hecho que confirmó los temores de los prisioneros de un posible motín en su contra: desde la Covadonga se abrió fuego “de rifle i ametralladoras” contra los náufragos de la Independencia, fuego que solo se detuvo con la llegada del Huáscar a Punta Gruesa.  En Chile, las élites gobernantes no dejarían pasar la oportunidad de colocar el sacrificio de Prat y los marinos de la Esmeralda como ejemplo a seguir entre las clases populares, cuyos elementos eran en gran medida indiferentes o reacios a la contienda. Al respecto rescatamos las palabras del senador conservador Eulogio Altamirano, en un mitin de masas que tuvo lugar el 1 de junio de 1879 en Valparaíso:

“Si pudiéramos rescatar las vidas de Prat, Serrano i demás héroes de Iquique, con nuestra propia vida, con todos los tesoros de la patria, vida y tesoros daríamos; pero si para volverlos a la vida, fuera preciso borrar sus nombres en el templo de la inmortalidad, donde están escritos en eterno brillo, diríamos no. A ese precio no queremos rescatar sus vidas A ellos, los queremos muertos, pero inmortales, muertos para nosotros, pero vivos para la gloria i la admiración del universo. A nuestra nave querida, la Esmeralda, no queremos verla meciéndose en las aguas de nuestra bahía, queremos verla hundirse en la rada de Iquique con nuestra bandera nacional orgullosamente izada (…)” 

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Altamirano es honesto: no necesitaba la Esmeralda a flote y a su tripulación con vida. La tragedia es útil para los objetivos políticos de la oligarquía gobernante. Hasta el clero reivindicó la justa guerra en las misas celebradas en Santiago y en Valparaíso en homenaje a los caídos, los días 10 de junio y 10 de julio respectivamente. A partir del 25 de noviembre de 1879, con la instauración de la primera Municipalidad chilena, comenzó un proceso de chilenización de la ciudad de Iquique. Esta chilenización no fue inmediata pero avanzó paulatinamente en todos los espacios públicos de la ciudad. Las calles fueron renombradas, despojadas de nombres peruanos y renombradas con nombres chilenos. Del pensamiento americanista que animó los primeros años de la independencia quedó el recuerdo, los gestos fraternos hacia los marinos derrotados en la rada de Iquique y las únicas calles de la ciudad que conservaron los nombres dados por la administración peruana: aquellas nombradas por los próceres de la independencia americana: Simón Bolívar y José de San Martín.  

(*) Mg. en historia. Programa de Doctorado en Historia de la Universidad de Tarapacá.


Bibliografía: Valdivia, Verónica y Pinto, Julio, ¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810-1840), Santiago, LOM Ediciones, 2009.

Documentos: Arturo Prat i el combate de Iquique. Relaciones de testigos- Homenaje Público- Opiniones de la prensa-Corona poética-Documentos sobre la vida de los héroes, Santiago, Imprenta Gutenberg, 1880.

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