La porfía de Abrabam Sanhueza para consolidar un festival de teatro y danza
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Anatiña como plataforma de investigación busca contribuir al mejoramiento de la infraestructura cultural y educativa, entendiendo estos espacios como lugares de intercambio de historias, memoria y vida colectiva. Se espera que esta iniciativa impulse un desarrollo sostenible desde lo local hacia lo global, a través de la valorización de la cultura, el paisaje y las economías creativas.
Arte y Cultura 10/05/2024 Vesna ObilinovicLa región de Tarapacá se destaca por su singularidad geográfica, donde la disposición de sus recursos naturales ha facilitado un notable desplazamiento a lo largo de su paisaje desde tiempos precolombinos. Este fenómeno de movilidad, tanto en dirección transversal como longitudinal, constituye un aspecto fundamental de la vida contemporánea en Tarapacá, como lo enfatiza el arqueólogo Sebastián Olmos en su investigación sobre la etnoarqueología de las caravanas en la región. Olmos sostiene que este desplazamiento, evidenciado por las rutas caravaneras, el arte rupestre y otros elementos, representa un aspecto central arraigado en la historia y cultura de Tarapacá.
Las interacciones productivas y de intercambio han impulsado investigaciones antropológicas y arqueológicas que exploran desde los grupos de caza hasta la consolidación de la complejidad social en la región andina. Este conocimiento, basado en diversas disciplinas, integra fuentes materiales, memoria histórica y conocimiento local. Sin embargo, hay limitadas formas de difundir estos conocimientos al público general, especialmente en términos de valorizar la identidad local.
El proyecto Anatiña aspira a recuperar el lugar para actividades de investigación, divulgación y promoción del territorio desértico.
En este sentido, Anatiña, espacio ubicado estratégicamente en el centro de la Pampa del Tamarugal en la región de Tarapacá, entre Camarones y El Loa, entre el Altiplano y la costa, ofrece una oportunidad para explorar el pasado y el presente en un entorno geográfico privilegiado. Desde ahí se pueden comprender las interacciones entre los diversos pisos ecológicos, destacando la condición de desierto arreico y la presencia del acuífero del Tamarugal que se extiende desde altitudes de 5.600 metros en el Volcán Lirima hasta las aguadas costeras a nivel del mar.
Este lugar invita a sumergirse en este paisaje y en esta historia articulada por la movilidad, conectando disciplinas artísticas y científicas. Proporciona la oportunidad de comprender el palimpsesto de caminos troperos con su variedad de evidencias prehispánicas, históricas y contemporáneas. Pero esencialmente se propone como un espacio para tomar conciencia sobre la magnitud y trascendencia de un elemento identitario y patrimonial que se encuentra constantemente en riesgo.
CONTEXTO
Anatiña, un área de aproximadamente 15 hectáreas situada en la reserva de la Pampa del Tamarugal, en la Región de Tarapacá, ha sido designada como centro recreacional y camping desde 1989, dentro del plan de manejo administrado por CONAF. Este espacio se ha destacado por ser un punto de encuentro con la naturaleza en el desierto de Tarapacá, ofreciendo instalaciones para actividades de ocio y camping, y siendo un punto de interés dentro de la reserva del Tamarugal.
Anatiña, un área de aproximadamente 15 hectáreas situada en la reserva de la Pampa del Tamarugal, en la Región de Tarapacá, ha sido designada como centro recreacional y camping desde 1989.
Tras el terremoto de abril de 2014, Anatiña quedó en estado de abandono. Sin embargo, en 2019, mediante un convenio de administración de uso con Nomadesert, Organización Comunitaria Funcional (OCF), se inició un proceso para transformarlo en un espacio ocioeducativo. Antes de su abandono, fue utilizado por la Municipalidad de Pozo Almonte para una variedad de actividades recreativas, eventos con grupos scouts y el Festival Desierto Sonoro, activación realizada por Nomadesert, entre otras.
Anatiña es un área de aproximadamente 15 hectáreas situada en la reserva de la Pampa del Tamarugal
Con la implementación de este convenio, Anatiña aspira a recuperar su relevancia como un espacio para actividades de investigación, divulgación y promoción del territorio desértico, abordando aspectos culturales, artísticos, patrimoniales y medioambientales, ofreciendo un lugar para la educación de la comunidad local y de los visitantes.
Tras el terremoto de 2014, Anatiña quedó en estado de abandono. En 2019, mediante un convenio de administración de uso con Nomadesert, se inició un proceso para transformarlo en un espacio ocioeducativo.
La iniciativa comienza su habilitación del espacio en septiembre de 2023 y se espera que esté lista para recibir las primeras actividades con mayor participación de público durante el segundo semestre del 2024. Se aspira a contar con espacios para residencia, ensayo, grabación y talleres, aprovechando la oportunidad que ofrece Anatiña de sumergirse en el bosque, lo que permite desarrollar creaciones e investigaciones que comienzan en el desierto.
EL PROYECTO
Durante la pandemia, Anatiña no pudo ser visitado, lo que derivó en su deterioro debido al vandalismo. Las pocas instalaciones presentes en el lugar, como una cabaña para el cuidador al inicio del terreno, una nave central con recintos y una gran sombra exterior, una zona de servicios utilizada para camping y una piscina, fueron desmanteladas de manera parcial. En el caso de los pozos y piscinas, dejaron de funcionar en 2014 debido al terremoto, y su recuperación ha sido imposible.
No obstante, desde septiembre de 2023, el recinto ha contado con socios de la agrupación que han estado trabajando y resguardando de forma continua el lugar, lo que ha permitido avanzar en la habilitación de la infraestructura y los espacios al aire libre.
La iniciativa comienza su habilitación del espacio en septiembre de 2023 y se espera que esté lista para recibir las primeras actividades con mayor participación de público durante el segundo semestre del 2024.
Ejes Estratégicos: El proyecto se centra en el desarrollo cultural sostenible, promoviendo la diversidad y las identidades locales, estableciendo conexiones entre expresiones culturales locales y globales. La participación activa de agentes sociales, incluidos artistas y miembros de la comunidad, es fundamental para preservar el patrimonio cultural y fomentar nuevas formas de expresión artística. Se reconoce la importancia de conservar los recursos ambientales y su interacción con el patrimonio cultural, promoviendo prácticas de uso sostenible del medio ambiente. Se impulsa un modelo económico circular que apoya la creación cultural y la investigación sostenible como motores de desarrollo local.
Desde septiembre de 2023 se ha avanzado en la habilitación de la infraestructura y los espacios al aire libre.
Plan de Financiamiento: Para asegurar la viabilidad financiera del proyecto, se contempla una combinación de recursos públicos y privados. Los fondos públicos provienen de concursos y convenios de colaboración con entidades gubernamentales, mientras que los fondos privados son obtenidos mediante convenios de colaboración y donaciones de organizaciones y empresas interesadas en respaldar esta iniciativa.
NOMADESERT
El concepto de Nomadesert surge de una observación del territorio de Tarapacá que propone entender el desierto como un espacio en constante movimiento y transformación, donde la interacción entre los seres humanos y el entorno natural ha dado origen a paisajes culturales únicos.
Este enfoque va más allá de simplemente valorar los aspectos tangibles del desierto, como sus monumentos naturales o sitios arqueológicos, para abarcar una visión más integral que también considera la experiencia inmaterial de transitar y explorar estos paisajes cambiantes. Se centra en comprender cómo estas dinámicas de movilidad y adaptación han sido fundamentales en la configuración del desierto y su relación con las comunidades que lo han habitado a lo largo del tiempo.
Nomadesert nació en 2010 como un espacio para la realización de actividades multidisciplinarias, surgiendo de la visión de profesionales del turismo, la arquitectura, el entretenimiento y la gastronomía. Enfocados en el desarrollo sostenible local, la identidad cultural plural, el cuidado del medio ambiente y los aspectos económicos, esta iniciativa se constituyó como una organización sin fines de lucro en 2013, bajo el concepto de activar los territorios. En 2014, lanzaron el Festival Experimental de Ocupación de Territorio, conocido como Desierto Sonoro, un evento itinerante que promueve la cultura y el turismo en la región.
Algunos de los socios de Nomadesert en pleno trabajo, hace algunas semanas, en Anatiña.
Desde su inicio en 2010 hasta 2017, Nomadesert operó como un espacio abierto para luego consolidarse formalmente como un Club Social, Cultural y Deportivo. Su misión es generar programación cultural y educativa, y así incentivar la creación de nuevos espacios culturales en los territorios locales.
Además, realiza Activaciones Territoriales desde hace más de 10 años, incluyendo Activaciones Patrimoniales, Activaciones Medio Ambientales, entre otras. Las Activaciones Patrimoniales, llevadas a cabo casi todos los años desde 2016, se centran en la preservación y valoración del patrimonio histórico y cultural de la región. Por otro lado, las Activaciones Medio Ambientales, en colaboración con artistas locales, buscan concientizar sobre la importancia de la conservación del entorno natural a través de actividades educativas para estudiantes.
La primera edición del Festival Desierto Sonoro se llevó a cabo en Anatiña en 2014, estableciendo un vínculo con la Conaf, resultando en un convenio de administración del espacio en 2019, con el objetivo de fusionar los conceptos de parque nacional y centro cultural. Este acuerdo refleja la importancia de la colaboración entre organizaciones locales y gubernamentales para promover el turismo sostenible y el desarrollo cultural en la región.
COMUNIDAD
Nomadesert, representada por Javiera Pavez Seguel como Presidenta, cuenta con el respaldo de 23 socios activos. Se destaca por contar con un equipo diverso y comprometido que incluye a Vesna Obilinovic como encargada de Proyectos, Juan Cristóbal Navarrete como Gestor Cultural, Marisol Salgado como Responsable de Programas Formativos, Rodrigo Fuentealba a cargo del Patrimonio, Juan Francisco Ramírez como Encargado de Contenidos Académicos, así como Diego Estivales y Cristián Sanhueza, quienes colaboran en operaciones, entre otros. Puedes realizar una donación a través de la cuenta vista - chequera electrónica del Banco Estado, número 000001371257281 a nombre del Club Social, Cultural y Deportivo Nomadesert, rut 65.073.176-k, correo [email protected]
Este actor autodidacta fue uno de los pioneros en la gestión cultural en Iquique. Actualmente es el rostro del FINTDAZ, que este año tendrá su 17 versión.
La artista visual de origen aymara trabaja en explorar las inquietudes materiales y los vínculos afectivos del desierto y la costa de Tarapacá junto a su transfrontera. Su último trabajo “AJAYU” fue presentado en Klima Biennale Weinn desde Austria, un evento que congregó a artistas de diversos orígenes del mundo a dialogar sobre las formas de las artes en un planeta afectado por las consecuencias de la globalización.
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Este proyecto – que es parte de la gestión del patrimonio cultural de Teck-, consistió en la elaboración de un completo registro virtual de una serie de sitios con petroglifos (Sendero Pica-Tasma, Quebrada Ancha y Quebrada Seca), que forman parte del documento original denominado “Catastro de Sitios con Petroglifos de la Comuna de Pica”.
Las instalaciones forman parte de un proyecto científico tecnológico financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad del Gobierno Regional de Arica y Parinacota liderado por la Universidad de Tarapacá junto con la Pontificia Universidad Católica de Santiago.
El Bastidor partió el año 2006 en esta casa televisiva, en gran medida por la visión y la línea editorial que Iquique Televisión adoptó desde su fundación, ideada por su creador, Luis Flores Cabezas (Q.E.P.D).
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