FRANCIS KÉRÉ: EL ARQUITECTO DEL PUEBLO

Francis Kéré (Gando, Burkina Faso, 1965) fue el primer niño de su pueblo que aprendió a leer. Años después, levantaba una escuela para que las nuevas generaciones no tuvieran que dejar su hogar para aprender. Más allá de su fascinante historia personal, Francis Kéré se ha convertido en uno de los arquitectos más premiados de África y en un embajador internacional de la arquitectura sostenible.

Arquitectura y Patrimonio18/04/2023 Guadalupe Bécares (*)
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Kéré fue el primer niño que aprendió a leer en Gando, pero hoy más de mil niños pueden hacerlo. Quién sabe si alguno de esos niños construirá una escuela en un futuro.

En medio del bosque, se declara un incendio. Mientras todos los animales huyen despavoridos, un colibrí coge agua del río con su pico para intentar sofocarlo. El resto le pregunta porqué lo hace, si es imposible que pueda acabar con las llamas con un pico tan pequeño, a lo que el pequeño colibrí responde tajante: “Estoy haciendo mi parte”. Aunque el no apague incendios, Francis Kéré (Gando, Burkina Faso, 1965) hace años que adoptó la filosofía del ave del pequeño cuento de Betinho.

Cuando Francis apenas tenía siete años, tuvo que dejar el pueblo en el que nació para poder ir a la escuela, que estaba a cuarenta kilómetros de su casa. En sus aulas no había luz natural ni ventilación. Era el hijo del jefe del poblado de Gando, una pequeña localidad situada en la parte central de Burkina Faso en la que viven unos tres mil habitantes y en la que no había colegio, pero tampoco luz ni agua corriente. Fue el primer niño de su comunidad que aprendió a leer. Más tarde, recibió una beca que le permitió irse a Berlín a estudiar carpintería, primero, y arquitectura, después.

Sin embargo, lejos de olvidarse de sus raíces y centrar su carrera en Europa, Kéré estaba decidido a devolver a su comunidad lo que su comunidad le había dado. Aún no había terminado sus estudios cuando ya tenía claro cuál sería su proyecto: levantar un lugar en el que los niños de su pueblo pudieran aprender en condiciones dignas sin tener que abandonar su hogar, como tuvo que hacer él.

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La escuela que alguna vez prometió, cuando era un joven lleno de ilusiones y pretendía seguir sus estudios  universitarios.

Cuando Francis apenas tenía siete años, tuvo que dejar el pueblo en el que nació para poder ir a la escuela, que estaba a cuarenta kilómetros de su casa. En sus aulas no había luz natural ni ventilación.

LA ESCUELA

“Desde que era estudiante quería brindar oportunidades para los niños de Gando. Solo quería usar mis habilidades y construir una escuela. ¿Cómo hacerlo cuando aún eres solo un estudiante y no tienes dinero? Empecé a hacer diseños y a recaudar dinero. No fue una tarea fácil. Incluso les decía a mis compañeros de clase que gastaran menos dinero en café y cigarrillos para patrocinar mi proyecto escolar. Afortunadamente, dos años después, pude recolectar 50.000 dólares”, explicaba Kéré en una inspiradora charla TED.

Su idea era bastante clara: partir de los elementos y materiales de la arquitectura tradicional africana y modernizarlos para conseguir mejores condiciones sin grandes infraestructuras ni presupuestos. “Cuando regresé a casa para construir la escuela, mi gente saltaba de alegría, pero cuando se enteraron de que estaba planeando usar arcilla se quedaron paralizados: Un edificio de arcilla no puede soportar el invierno y Francis quiere que la usemos para construir una escuela. ¿Para eso pasó tanto tiempo estudiando en Europa en lugar de ayudarnos a trabajar la tierra?”, le recriminaron.

Tras convencerlos de que se podía innovar construyendo con arcilla, Kéré provocó, intencionadamente, un sentimiento de responsabilidad de toda la comunidad en el proyecto, sin cuya implicación no podría haberse llevado a cabo. Con ello, además de construir los edificios, ha conseguido que las personas que forman parte del proceso aprendan nuevas técnicas y habilidades que les abren nuevos horizontes laborales para mejorar su futuro.

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El uso de arcilla desilusionó a los habitantes de su pueblo natal. Pero después le celebraron la iniciativa.

PREMIO AGA KHAN

Y se hizo realidad. La Escuela Primaria de Gando, la primera obra que proyectó cuando era aún estudiante, recibió el Premio Aga Khan de arquitectura en el año 2004. Cambió la construcción habitual de barro con paredes recubiertas de chapa metálica por otra de ladrillos de tierra, también fabricados en la aldea con los mismos materiales, pero mejor protegidos de la lluvia mediante tejados metálicos con grandes voladizos separados de la cubierta de arcilla de los edificios. Con esto consiguió mejorar la ventilación y disminuir las altas temperaturas que se alcanzaban en el interior.

Solo cuatro años después, la cantidad de niños se había multiplicado y la escuela necesitó una ampliación. Se repitieron las estrategias y técnicas que habían tenido éxito en el primer edificio pero con algunos elementos nuevos, como la sustitución del tejado plano por una bóveda tabicada que favorece la climatización pasiva del interior con la circulación natural de corrientes de aire, o la introducción de ventanas de colores con amplios alféizares para que los niños descansen. También se construyeron viviendas para los maestros, en un ejercicio de participación colectiva de todos los miembros de la comunidad que, durante la fase final del proceso, contribuyeron al apisonamiento y alisado del suelo al son de los tambores.

Pero la obra de Kéré no concluyó ahí y la fundación que lleva su nombre continúa su trabajo para fomentar un modelo sostenible en Gando que sirva de ejemplo para todo el oeste africano. El complejo educativo sigue creciendo. Están en marcha los proyectos de edificación de una escuela secundaria para que los estudiantes puedan continuar con sus estudios, una biblioteca y un centro de mujeres para incentivar la unión social y económica en la comunidad. Además, en colaboración con la Academia de Arquitectura de Mendrisio (Suiza), también se está levantando el Atelier Gando, concebido como un lugar de encuentro entre artesanos, constructores, arquitectos y estudiantes que funcionará como centro de construcción sostenible y permitirá intercambios con alumnos de otros países.

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Para proteger la edificación de la lluvia, diseñó tejados metálicos con grandes voladizos separados de la cubierta  de arcilla de los edificios.

Las mujeres de la aldea están contribuyendo a pagar tu educación con la esperanza de que tengas éxito y algún día regreses y ayudes a mejorar la calidad de vida de la comunidad.

MONEDAS

“Cuando era niño y tenía que regresar a la escuela al final de las vacaciones, debía despedirme de mi comunidad. Entonces, todas las mujeres en Gando me daban la última moneda de su bolsillo. En mi cultura, eso es un símbolo de profundo afecto. Con tan solo siete años, eso me impresionaba, y le pregunté a mi madre por qué aquellas mujeres me amaban tanto. Ella me respondió: Están contribuyendo a pagar tu educación con la esperanza de que tengas éxito y algún día regreses y ayudes a mejorar la calidad de vida de la comunidad. Ahora espero estén orgullosos gracias a este trabajo. Quiero demostrarles el poder de la comunidad y que la arquitectura puede ser inspiradora para que labren su propio futuro”, expresa Kéré.

Más allá de su fascinante historia personal, Francis Kéré se ha convertido en uno de los arquitectos más premiados de África y en un embajador internacional de la arquitectura sostenible. El uso de materiales locales, por ejemplo, la laterita –un tipo de piedra habitual en su región natal que, para su extracción, no precisa de una maquinaria especial, y que además es un gran aislante térmico– o los ladrillos de tierra compactada sirven para optimizar al máximo los recursos económicos y mantener la tradición y la identidad de la comunidad. Mientras, la aplicación de técnicas de construcción que favorezcan la ventilación pasiva que refrigere el interior de forma natural sin tener que recurrir a los aparatos de aire acondicionado, o el aprovechamiento de la vegetación existente para filtrar el aire caliente de la sabana y regular climáticamente el ambiente son algunas de las técnicas aplicadas en sus construcciones.

“La llamada arquitectura humanitaria responde a necesidades puntuales, como un terremoto, pero en África responde a los derechos fundamentales: el derecho de tener una casa, de poder construirla, de poder dormir bajo techo y comenzar una vida. No hace falta esperar a que llegue un terremoto. Puede que haya llegado el momento, incluso para los poderosos, de devolver algo de lo que han recibido. De bajarse del pedestal para conocer esta realidad. De mirar a la gente a los ojos. Cada vez hay más gente que lo hace. Pero sigue sin ser suficiente”, respondía el arquitecto en una entrevista concedida en España.

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Biblioteca para la escuela de Gando.


(*) Este artículo fue publicado por la revista ethic.es

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