Tarapacá provincia litoral, Iquique capital provincial: REVOLUCIÓN Y RESISTENCIA

“Posiblemente en el fragor de la batalla en ese mes de octubre de 1867, los tarapaqueños no tomaron conciencia que estaban luchando no solo en contra de los representantes del poder central en la provincia y las tropas regulares, sino también contra un enemigo silencioso que, sin levantarse en armas, ya había comenzado a ofrecer su punto de vista sobre la importancia de los puertos salitreros, especialmente Iquique”.

Memoria 04/06/2023 Sergio González Miranda
Iquique viejo

Para lograr la categoría de Provincia Litoral, los tarapaqueños debieron hacer una revolución y, casi en paralelo, para evitar que Iquique alcanzara la categoría de capital provincial, realizaron una dura resistencia social que atrasó la medida varios años más de lo esperado, afectando el desenvolvimiento de la industria del salitre y la modernidad de sus puertos. Después de la decadencia de la minería de la plata a partir de fines del siglo XVIII, generó un escenario desfavorable a la instalación de la República en este territorio.

Tarapacá era entonces la provincia más austral del Perú, y ubicada en un borde con fronteras difusas. Sin duda, no estaba en buen pie, a pesar del apoyo constante que recibió del presidente Ramón Castilla Marquesado en sus dos mandatos. Uno de esos esfuerzos por impulsar a la economía local fue la declaración de Iquique puerto mayor en 1855. Sin embargo, la provincia era solo un fragmento administrativo del Departamento de Moquegua.

La más alta institución política era la Subprefectura, mientras la Prefectura estaba radicada en Tacna, capital departamental. Todo lo tarapaqueño era controlado y decidido en Tacna o Arica, hasta los tributos. La lucha por alcanzar la categoría de Provincia Litoral, que la independizaba de ese torniquete administrativo fue ardua. En la década de 1860 los tarapaqueños no estaban solos, se unió en esa demanda la población extranjera residente y los empresarios salitreros. Entonces el apelativo de “tarapaqueños” era solo para los naturales del valle de Tarapacá, donde estaba la capital de la provincia. Hoy lo conocemos como San Lorenzo de Tarapacá, pero entonces solo se hablaba de “Tarapacá”.

Cuando el 30 de mayo de 1867, en una pequeña quebrada terrosa llamada Retamilla, muy próxima a Tiliviche, el prócer indiscutido de Tarapacá, Ramón Castilla Marquesado, dejó escapar su último suspiro en los brazos de su sobrino Eugenio Castilla y ante la presencia de Manuel Almonte y Vigueras, no sin antes lamentar no haber podido vivir algunos días más para hacer la felicidad del Perú. Todo indicaba que su levantamiento en armas era porque Mariano Prado intentaba imponer una nueva Constitución Política para el Perú que reemplazaría a la que en 1860 logró su gobierno, uniendo las voluntades de liberales y conservadores. Sin embargo, había también una medida de Prado que no fue del agrado de Castilla y los tarapaqueños, que eran además sus paisanos y leales seguidores:

                              Mariano I. Prado

               Jefe Supremo Provisorio de la República

               Considerando:

               Que la ciudad de Iquique, tanto por su posición geográfica, como por el número de su población y la importancia de su comercio, se halla en situación más ventajosa que la de Tarapacá, para ser capital de la provincia de este nombre.

Decreto:

Artículo único. Se declara a la ciudad de Iquique Capital de la Provincia de Tarapacá en el Departamento de Moquegua.

El Secretario de Estado en el Despacho de Gobierno, queda encargado del cumplimiento de este decreto.

Dado en la casa de Gobierno en Lima a 20 de Octubre de 1866.  Mariano I. Prado.  J.M. Quimper.

iquique viejo 2

Este decreto no era aceptable para los “tarapaqueños”, a quienes se les unían las otras comarcas del interior de la provincia, como Camiña, La Tirana, Huatacondo, y especialmente Pica-Matilla. Era una bofetada para quienes habían levantado la economía de la provincia y permitido que los puertos lograran el desarrollo que amenazaba la primacía de la capital Tarapacá.

Con la muerte de Castilla las hostilidades se calmaron, pero la guerra civil no se detendría. Lo que aconteció -ese mismo año- en el decisivo mes de octubre de 1867 fue una revolución. Una revolución que se desarrolló en dos escalas del poder: la del Estado-nación y la regional. En la revolución de octubre las provincias se rebelaron ante el poder central limeño: Pedro Diez Canseco desde Arequipa y José Balta desde Ancachs. En Tarapacá aquellos que escucharon las últimas palabras del prócer, Eugenio Castilla y Manuel Almonte y Vigueras, lideraron la rebelión.

Esa exitosa revolución sería, al menos para Tarapacá, también el último suspiro de una forma de organización del poder y del territorio. Un suspiro que comenzaría a apagarse durante el gobierno de José Balta y que terminaría por desaparecer con el de Manuel Pardo, donde el poder central se haría sentir en Tarapacá de un modo sin precedentes.

Posiblemente en el fragor de la batalla en ese mes de octubre de 1867, los tarapaqueños no tomaron conciencia que estaban luchando no solo en contra de los representantes del poder central en la provincia y las tropas regulares, sino también a un enemigo silencioso que, sin levantarse en armas, ya había comenzado a ofrecer su punto de vista sobre la importancia de los puertos salitreros, especialmente Iquique.  Entonces los tarapaqueños eran solo aquellos que provenían de la capital de la provincia, pero no existía una identidad provincial que fuera incluida en esa denominación. La población de Iquique, mucho más cosmopolita y numerosa, lentamente comenzaría a transformarse en dominante, y su calidad de capital provincia sería inevitable, especialmente con Manuel Pardo y Lavalle, un presidente que fue muy resistido por los tarapaqueños.

               Manuel Pardo

Presidente de la República

Por cuando el Congreso ha dado la ley siguiente:

El Congreso de la República Peruana.

Considerando: _

Que al Congreso corresponde hacer la división y demarcación del territorio nacional, consultando las necesidades de los pueblos y el buen servicio de las autoridades.

Ha dado la ley siguiente:

Art. 1° El puerto de Iquique será capital de la provincia de Tarapacá.

Art. 2° Se crea en dicha provincia un nuevo distrito que se llamará Pisagua, compuesto del pueblo de este nombre, de las oficinas del Norte, desde Pampa Negra inclusive, y de los valles de Tiliviche, Tana, Corso y Camarones, que se segregan del distrito de Camiña.

Art. 3° La capital del nuevo distrito será Pisagua.

Comuníquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su cumplimiento.

Dada en la sala de sesiones del Congreso en Lima, a 9 de septiembre de 1874. Francisco de Pr. Muñoz, Presidente del Senado. R. Riveyro, vicepresidente de la Cámara de Diputados. Pedro A. del solar, Secretario del Senado. Emilio A. del Solar, Secretario de la Cámara de Diputados.

Por tanto, mando se imprima, publique y circule, y se le dé el debido cumplimiento.

Dado en el Palacio de Gobierno en Lima, a 23 de febrero de 1875.

M. Pardo

A. García y García

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Este decreto ley no pudo ser resistido ni abolido como el anterior del presidente Mariano I. Prado, pero pasó prácticamente una década entre ambos decretos, y en esa década no solo la industria salitrera se desarrollo dándole la espalda a los valles interiores, sino que la población de los puertos creció de forma exponencial, mientras las comarcas tradicionales, como Tarapacá, se despoblaban. También en esa década se luchó por conseguir para Tarapacá la condición de Provincia Litoral, propósito que compartían tarapaqueños e iquiqueños, salitreros y agricultores, empresarios y trabajadores, naturales y extranjeros.

Por razones de espacio no podemos detallar la revolución iniciada en Tarapacá en octubre de 1867 y que concluyó en febrero de 1868, llevando al poder a José Balta Montero, quien lideró la revolución en el norte del Perú. Solamente incluiremos una medida tomada por el “Prefecto de la Provincia Litoral de Tarapacá” -una vez alcanzado el triunfo- Manuel Almonte y Vigueras, el amigo personal de Castilla.

“Prefectura de la Provincia Litoral de Tarapacá. Iquique enero 25 de 1868

Vista la solicitud que antecede y considerando que la depreciación del salitre, única  producción de la Provincia, hace imposible sostener esta industria con el derecho de 3% con que, la gravó la Dictadura: que una de las principales obligaciones del poder público, es proteger y facilitar la exportación de los productos nacionales; que según el tener del supremo Decreto de 14 de Octubre último, se hallan derogados los decreto y resoluciones del Gobierno Dictatorial, entre los cuales está comprendido el que impone el 3% de derechos de exportación al salitre; se resuelve, que quedan suspendidos dichos derechos desde el primero del entrante Febrero, con cargo de darse cuenta a S.E. el 2° Vicepresidente de la República. Transcríbase a la Aduana para su cumplimiento, y tómese razón. 

Manuel Almonte y Vigueras.”[1]

Esta medida fue tomada pensando en los pequeños industriales salitreros, dueños de oficinas de Paradas, mayoritariamente vecinos de la provincia, que eran menos competitivos que los industriales de las oficinas de Máquina, mayoritariamente foráneos.

No cabe duda de que el espíritu de esta revolución lo encarnó Manuel Almonte y Vigueras. Sin embargo, José Balta no reconocería esa Prefectura ni la condición de Provincia Litoral a Tarapacá. Esa medida tomada en el fragor de la lucha. Balta tomará la decisión definitiva:

               El ciudadano José Balta

               Presidente Constitucional de la República

Por cuanto el Congreso ha dado la ley siguiente:

El Congreso de la República Peruana.

Considerando:

Que la provincia de Tarapacá por su disposición topográfica, por su extensión y elementos industriales, debe constituir una de las grandes divisiones territoriales de la República.

Ha dado la ley siguiente:

Art. 1° Sepárese del departamento de Moquegua, la provincia de Tarapacá, con la denominación de Provincia Litoral, estableciéndose en ella el mismo régimen político y administrativo, que en los departamentos de la República (…)

Comuníquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su cumplimiento. Dada en la Sala de sesiones del Congreso en Lima a 30 de noviembre de 1868.

José Rufino Echenique, Presidente del Senado. Jua Oviedo Presidente de la Cámara de Diputados. Francisco Chávez, Senador Secretario. Pedro Bernales, Diputado Secretario.

Al Presidente de la República

Por tanto: mando se imprima, publique y circule y se le dé el debido cumplimiento. Dado en la Casa de Gobierno en Lima, a 1° de Diciembre de 1868. José Balta.  P. Gálvez.

 Plano de Iquique 1861

Este decreto ley no menciona un cambio en la capital de la ahora Provincia Litoral, solamente de facto las autoridades provinciales dividirán su tiempo entre Tarapacá e Iquique, con los inconvenientes que ello significaba para los industriales salitreros y comerciantes, que debían trasladarse a la comarca de Tarapacá para entrevistarse con el flamante Prefecto de la Provincia Litoral, coronel Miguel Valle-Riestra, o, con el Juez de Primera Instancia de la Provincia Dr. Hilario Liendo. Esta tensión entre Tarapacá e Iquique acompañará y dividirá a la sociedad provincial hasta el término del gobierno de Manuel Pardo, cuya figura, curiosamente, siempre unió a unos y otros porque era considerado un enemigo común, por el estanco salitrero de 1873 y la ley de expropiación de la industria salitrera de 1875. Con el paso del tiempo, ya en periodo chileno, la vieja capital provincial será conocida como San Lorenzo de Tarapacá, un santo con un carácter similar a los antiguos y orgullosos tarapaqueños de entonces.


[1] El Mercurio de Tarapacá, Iquique 6/2/1868, pp. 1-2.

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