Si hay un aspecto del Antropoceno que permea el registro ecológico es el concepto de pérdida. La evidencia de esto se satura con extinciones masivas, la desaparición de glaciares, la deforestación y las poblaciones que se vuelven vulnerables. Hasta la estratigrafía de la Tierra nos cuenta sobre el cambio que causan las economías industriales y capitalistas, revelando que los nuevos ensamblajes de vida dependen del desplazamiento y pérdida de otros (Ogden, 2018).
Las turberas son ecosistemas maravillosos, no solamente por su belleza, sino también por las importantes funciones que cumplen. Debido a ello, son reconocidas en el mundo científico y ambientalista como tesoros de biodiversidad, reservorios de agua, “aspiradoras” planetarias del CO2 atmosférico y, por ende, como remediadoras del cambio climático.
Tal como ocurrió con el megaproyecto “Hidroaysén” -hace más de una década-, el sector de La Higuera donde pretende instalarse la Minera Dominga ha venido viviendo un proceso convulso desde hace años. La razón, una sola: la tenaz oposición de diversos grupos ambientalistas, científicos y políticos que quieren evitar a toda costa lo que “causará impactos enormes e irreversibles a un ecosistema reconocido globalmente como un 'hope spot' de biodiversidad”.
Treinta y tres humedales urbanos tendrán la categoría de sitios protegidos, de acuerdo a la convención Ramsar y fueron seleccionados principalmente por factores ambientales y sociales. Es decir, que presenten altos niveles de amenazas al ecosistema, que sean hábitat de especies de flora y fauna amenazadas, endémicas o migratorias y también que sean áreas de relevancia cultural, social y turística.
Un verdadero espectáculo de la naturaleza pudimos disfrutar el año pasado en las costas de nuestra ciudad. Miles de aves, peces y hasta ballenas se pasearon por nuestras costas, a la siga de la anchoveta, el primer eslabón de la cadena trófica. Algunos iquiqueños, además de admirarse del fenómeno, sacaron sus cámaras y lo inmortalizaron. Aquí, una selección de esta maravilla de la naturaleza, que se asomó en el año de la pandemia.
Cuidar una planta como a un bebé, brindándole los cuidados que requiere hasta transformarse en autovalente, es un trabajo arduo. Hay una persona, una mamá, en nuestra región, que ha asumido ese rol, enamorada desde siempre de la flora de Tarapacá. En una reciente charla, ofrecida a través de las redes sociales, nos contó del esfuerzo por mantener con vida a la “Eulychnia iquiquensis”, un cactus que está en peligro de extinción.
Oceana llama a tomar medidas urgentes, como la prohibición del barreteo
Este artículo fue publicado originalmente en la web de la Fundación Mar y Ciencia, quienes tuvieron la gentileza de compartirlo con los lectores de Tarapacá Insitu. La institución, que trabaja en Valparaíso y Magallanes, nació con el objetivo de promover la valoración de los ecosistemas marinos de Chile, a través de programas de comunicación pública de las ciencias y educación ambiental.
La llareta, yareta o Azorella compacta es un arbusto nativo de las regiones altiplánicas, conocido por su apariencia similar al musgo. Es una de las plantas más longevas, alcanzando los 3.000 años o más y, lamentablemente, se encuentra en estado Vulnerable.
Construir un puente entre lo que está pasando en el mundo científico marino en Chile con la ciudad que recibe y acoge al Congreso de Ciencias del Mar, fue el objetivo del “Carnaval de la Ciencia del Mar”, que se realizó en nuestra ciudad a fines de mayo (2019).
Conocer las condiciones ambientales y geográficas del desierto extremo nos permiten inferir lo difícil y complejo que significa su domesticación, no obstante ello es de vital importancia hoy en día saber cuáles son las características que gravitan en los procesos de domesticación agrícola y adaptación humana.